La política laboral

Isabel Dorado Auz / auz3@correom.uson.mx



Decía Raymundo Rodríguez esta semana que Guillermo Padrés quiere desaparecer a la CTM en Sonora; yo honestamente creo que la embestida es en contra del sindicalismo en general, ya sea de centrales priistas o de sindicatos independientes. Política que tiene sus orígenes en el cambio de sistema político que se operó desde 1982, para favorecer a los grupos con poder económico y sangrar cada vez más las pingues percepciones económicas de la clase trabajadora.
A este sistema le tomó 18 años transitar desde el nacionalismo revolucionario hasta la imposición de la ultraderecha en el poder político. Por eso, no debería sorprendernos todas las acciones que se están llevando a cabo desde el gobierno para desaparecer las conquistas laborales obtenidas en más de un siglo de lucha obrera.
Por eso, lo que está pasando a nivel nacional con el Sindicato Mexicano de Electricistas y el Sindicato de Mexicana de Aviación tienen, a nivel local, una expresión similar en los conflictos mineros de Cananea y Esqueda, donde el común denominador es garantizarle mayores ganancias a los empresarios, aún y cuando, como es el caso de Cananea, se ponga en riesgo la vida de los trabajadores mineros. Un breve recuento de las luchas sindicales en nuestro estado nos permitirá dejar en evidencia el golpeteo permanente de la ultraderecha en contra del sindicalismo sonorense:
En 1988, Juan de Dios Arvizu inició un movimiento sindicalista al interior de la planta Ford, solicitando a la delegación federal del Trabajo una investigación sobre cuatro problemáticas importantes: un estudio imparcial de tiempos y movimientos que justificaran los altos ritmos de trabajo; un estudio acerca de las condiciones materiales de trabajo; otro para detectar el tiempo y la intensidad de exposición al ruido, y uno más sobre medidas de prevención de accidentes y enfermedades. La respuesta de la empresa fue la suspensión del trabajador, pero la base logró reinstalarlo a pesar de que la autoridad laboral de la Junta de Conciliación y Arbitraje consideró improcedente la reinstalación y, con ello, dio inicio uno de los movimientos sindicales más significativos de esa década en Sonora.
El 13 de julio de 2006, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje resolvió el «cierre definitivo de las minas La Caridad de Nacozari de García y la planta de cal de Agua Prieta», con lo cual se hizo constar «la terminación individual y colectiva de las relaciones laborales». El gobierno utilizó la fuerza pública y encarceló a varios mineros para lograr doblegar al movimiento. El 26 de julio, la empresa anunció que, después de terminar la liquidación de todos los trabajadores reiniciaría la producción en un plazo aproximado de un mes. Esto es, cancelan las conquistas laborales de los trabajadores y reabren la empresa para garantizar mayor ganancia al patrón.
En octubre del mismo año, los padres de familia del municipio de Etchojoa convocaron a un paro de labores en apoyo a la demanda de rezonificación de los profesores de educación básica, el gobierno de Eduardo Bours respondió con la fuerza pública y mando a un centenar de elementos de la policía estatal para amedrentar a los profesores en lucha.
A estos tres ejemplos representativos habría que agregar los conflictos laborales en las maquiladoras, en la Universidad Tecnológica de Hermosillo, la huelga del CONALEP, etc. Por otro lado, en la mayoría de las revisiones contractuales del resto de los sindicatos es muy común la denuncia de cláusulas violadas del contrato colectivo, pero peligrosamente se está queriendo cancelar los contratos colectivos en su totalidad, creando nuevas condiciones laborales, aún y cuando todavía no logran implementar su nueva reforma laboral.
Hay quienes insisten en recurrir al poder político para tratar de darle solución a sus demandas, pero desafortunadamente, la mayoría de los políticos han llegado a esa posición con la «ayuda» de los grupos de poder económico. Por lo tanto, se debe tomar conciencia que la única forma de contrarrestar al sistema neoliberal es haciendo que las luchas sindicales tengan convergencia en una sola línea de acción, donde la defensa de las conquistas laborales debe ser la principal guía del movimiento sindical organizado.
No deben seguir aisladas las luchas sindicales y no deben regatearse los apoyos solidarios. El sistema siempre actúa de la misma forma, porque siempre le ha funcionado. Primero lanza una ofensiva de desprestigio en contra de los líderes sindicales, después trata de comprarlos y corromperlos, para finalmente combatir penalmente a quienes se resisten a aceptar las imposiciones del poder económico. Ante ello, una lucha unificada podría recomponer las cosas. En este tenor, el triunfo de los mineros de Cananea y Esqueda no sería sólo un triunfo de ellos, sino más bien el triunfo del movimiento obrero organizado.
Olvidemos pues, la premisa de que no podemos, nos falta sólo tomar conciencia de que las soluciones a nuestras demandas serán el resultado de nuestra capacidad de organización. Recuerden que el sector de los trabajadores se cuenta en millones y una pequeña élite voraz sólo puede imponer condiciones cuando promueve entre nosotros la intriga y la desorganización.
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