Cumplen 30 días en ayuno las 9 electricistas que defienden su fuente de trabajo en LFC
Patricia Muñoz Ríos
Periódico La Jornada
Miércoles 2 de junio de 2010, p. 15
Treinta días en huelga de hambre cumplieron las nueve mujeres del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) que se han mantenido en ayuno en el Zócalo capitalino desde el pasado 3 de mayo. Sus análisis clínicos reportan niveles bajos de potasio y glucosa, y sus cuerpos dan señas de pérdidas de hasta 12 kilos de peso, calambres en manos y piernas, mareos y permanente somnolencia y cansancio.
“Mi hijo de cuatro años me dice que ya me vaya del campamento, que me regrese a la casa porque quiere estar conmigo; es un menor de edad que no alcanza a comprender la magnitud de este drama, de este problema en el que nos metió el gobierno de Felipe Calderón y el secretario del Trabajo, Javier Lozano, al quitarnos nuestro trabajo para privatizar Luz y Fuerza del Centro (LFC). Pero si me levanto de aquí no tengo nada que ofrecerle, no voy a tener forma de mantenerlo. Es doloroso como madre estar aquí sin ver a mi hijo, pero más lo es saber que no tienes con qué mantenerlo...”, relata María Guadalupe Vázquez.
Ella, como sus compañeras, muestra debilidad física y está preocupada por lo que reportan sus análisis, pero al igual que las otras ocho aseguró que se mantendrá en esta lucha.
La mayoría de estas trabajadoras son madres solteras y señalan que entraron en la huelga precisamente por su familia y “por sus hijos”, pues están defendiendo su fuente de trabajo, ya que en ningún lugar las quieren contratar. Isabel, quien es la única soltera sin hijos y que terminó una carrera universitaria, dice que es una lástima que este gobierno esté de oídos y ojos cerrados ante la realidad del país.
Con voz pausada y baja relata que entre los resultados de sus análisis médicos predominaron los bajos niveles de potasio y glucosa, “en unas a un nivel preocupante, aunque todavía no de gravedad”. La instrucción medica es que tienen que ingerir más agua y suero para evitar los calambres, el adormecimiento de piernas y manos, y de diferentes partes del cuerpo.
Cuando se le pregunta si va a continuar en esta huelga, señala: “estamos aquí por una convicción y no vamos a salir si no hay una respuesta firme en favor de los trabajadores de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, porque el gobierno ha mentido mucho; está haciendo esto para dar un negocio millonario a empresas privadas nacionales y trasnacionales, y no es justo que por eso nos hayan quitado el empleo, así que aquí vamos a permanecer”. Comenta que su familia la sigue apoyando, la anima mucho, pero su mamá está muy triste, “y me pongo igual cuando la veo llorar”.
María Guadalupe Vázquez agrega que lo que no reportan los análisis es que ya todas tienen mucho cansancio, sueño, pies inflamados y alteraciones permanentes en el estomago por falta de alimentos, pero “le estamos echando ganas, porque estamos seguras que vamos a ganar y sólo esperamos que la solución no tarde mucho para poder levantar esta huelga de hambre”.
En tanto, Natividad Dávila Martínez hace ver que han sido 30 días muy difíciles, y que se vuelven más “cada segundo que pasa”, pues ya el cansancio es permanente. “Hasta ir al baño te desgasta, se te hace lejos. Yo de plano ya le dije a mi familia que no quiero visitas, necesito estar acostada y hasta platicar me cansa. Hay veces que no duermes, por el intenso dolor de cabeza, las náuseas y mareos”, dice quien ha perdido alrededor de 12 kilos.
Dice que el ánimo es lo que las mantiene, saber que están en lucha por un sindicato que tiene 95 años de vida. “Ver cómo este gobierno nos dejó a miles de trabajadores sin nada de la noche a la mañana, ver a nuestras familias en condiciones de tanta necesidad, es lo que hace que nos mantengamos; sólo esperamos un fallo de la Corte que dignifique a México y a la justicia.” Para ella, esta lucha ya no es de los electricistas: es social, es por cada uno de los trabajadores mexicanos del país.
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Periódico La Jornada
Miércoles 2 de junio de 2010, p. 15
Treinta días en huelga de hambre cumplieron las nueve mujeres del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) que se han mantenido en ayuno en el Zócalo capitalino desde el pasado 3 de mayo. Sus análisis clínicos reportan niveles bajos de potasio y glucosa, y sus cuerpos dan señas de pérdidas de hasta 12 kilos de peso, calambres en manos y piernas, mareos y permanente somnolencia y cansancio.
“Mi hijo de cuatro años me dice que ya me vaya del campamento, que me regrese a la casa porque quiere estar conmigo; es un menor de edad que no alcanza a comprender la magnitud de este drama, de este problema en el que nos metió el gobierno de Felipe Calderón y el secretario del Trabajo, Javier Lozano, al quitarnos nuestro trabajo para privatizar Luz y Fuerza del Centro (LFC). Pero si me levanto de aquí no tengo nada que ofrecerle, no voy a tener forma de mantenerlo. Es doloroso como madre estar aquí sin ver a mi hijo, pero más lo es saber que no tienes con qué mantenerlo...”, relata María Guadalupe Vázquez.
Ella, como sus compañeras, muestra debilidad física y está preocupada por lo que reportan sus análisis, pero al igual que las otras ocho aseguró que se mantendrá en esta lucha.
La mayoría de estas trabajadoras son madres solteras y señalan que entraron en la huelga precisamente por su familia y “por sus hijos”, pues están defendiendo su fuente de trabajo, ya que en ningún lugar las quieren contratar. Isabel, quien es la única soltera sin hijos y que terminó una carrera universitaria, dice que es una lástima que este gobierno esté de oídos y ojos cerrados ante la realidad del país.
Con voz pausada y baja relata que entre los resultados de sus análisis médicos predominaron los bajos niveles de potasio y glucosa, “en unas a un nivel preocupante, aunque todavía no de gravedad”. La instrucción medica es que tienen que ingerir más agua y suero para evitar los calambres, el adormecimiento de piernas y manos, y de diferentes partes del cuerpo.
Cuando se le pregunta si va a continuar en esta huelga, señala: “estamos aquí por una convicción y no vamos a salir si no hay una respuesta firme en favor de los trabajadores de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, porque el gobierno ha mentido mucho; está haciendo esto para dar un negocio millonario a empresas privadas nacionales y trasnacionales, y no es justo que por eso nos hayan quitado el empleo, así que aquí vamos a permanecer”. Comenta que su familia la sigue apoyando, la anima mucho, pero su mamá está muy triste, “y me pongo igual cuando la veo llorar”.
María Guadalupe Vázquez agrega que lo que no reportan los análisis es que ya todas tienen mucho cansancio, sueño, pies inflamados y alteraciones permanentes en el estomago por falta de alimentos, pero “le estamos echando ganas, porque estamos seguras que vamos a ganar y sólo esperamos que la solución no tarde mucho para poder levantar esta huelga de hambre”.
En tanto, Natividad Dávila Martínez hace ver que han sido 30 días muy difíciles, y que se vuelven más “cada segundo que pasa”, pues ya el cansancio es permanente. “Hasta ir al baño te desgasta, se te hace lejos. Yo de plano ya le dije a mi familia que no quiero visitas, necesito estar acostada y hasta platicar me cansa. Hay veces que no duermes, por el intenso dolor de cabeza, las náuseas y mareos”, dice quien ha perdido alrededor de 12 kilos.
Dice que el ánimo es lo que las mantiene, saber que están en lucha por un sindicato que tiene 95 años de vida. “Ver cómo este gobierno nos dejó a miles de trabajadores sin nada de la noche a la mañana, ver a nuestras familias en condiciones de tanta necesidad, es lo que hace que nos mantengamos; sólo esperamos un fallo de la Corte que dignifique a México y a la justicia.” Para ella, esta lucha ya no es de los electricistas: es social, es por cada uno de los trabajadores mexicanos del país.
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