La magnitud del retroceso social es de dos décadas, según analistas

Decenas de familias de la delegación Iztapalapa viven sobre el cerro del Peñón, en la colonia La Joya, mejor conocida como El Hoyo. Muchas de esas viviendas mantienen pedazos de roca en el interiorFoto Roberto García Ortiz

Angélica Enciso L.
Periódico La Jornada
Jueves 4 de agosto de 2011, p. 41
La magnitud del retroceso social que reflejan los resultados de la medición de la pobreza presentados el viernes pasado apunta a cerca de dos décadas perdidas en términos de bienestar. A esto se suma que la recuperación en los salarios tendrá que ser de cerca de 3 por ciento anual para llegar en 2013 al nivel de 2005, señalaron analistas.

Una lección que ha dejado la crisis económica es la fuerte relación entre los derechos económicos y sociales y la pobreza: “la no realización de ellos conduce a la pobreza. Indudablemente la pobreza es un asunto de derechos humanos, no sólo de los que provee directamente el Estado, como la educación o la salud”, señaló el Observatorio de Política Social y Derechos Humanos.

Frente a los resultados de la medición oficial de la pobreza que reportó 52 millones de mexicanos en miseria, de los cuales 11 millones están en pobreza extrema, se debe revisar a fondo este método del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), porque no se puede dar el mismo peso a la alimentación –derecho sin el cual no se puede vivir– que a otra carencia. “Según los resultados divulgados, con tener educación, salud y vivienda y no comer la gente puede no ser pobre”, señaló José Luis de la Cruz, director del Centro de investigación en Economía y Finanzas del Tec de Monterrey campus estado de México.

De acuerdo con la medición multidimensional, la población sin acceso a alimentación creció, ya que pasó de 23.8 a 28 millones entre 2008 y 2010

De la Cruz indicó que con la medición miltidimensional, que considera el acceso a salud, educación, seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios en ella y alimentación, se da el mismo peso a cada una de estas carencias, pero “no es lo mismo no tener comida o tener acceso a la escuela un año”. Esta medición subestima de manera importante la carencia de acceso a la alimentación, señaló.
Indicó que tampoco el Seguro Popular garantiza que la gente acceda a salud de calidad o a medicinas, ni con el sistema educativo se asegura el acceso a un buen docente; “es conocido que no hay eficacia en el gasto de estos recursos y el acceso no garantiza que se construya un futuro de estas personas para salir de pobreza”. Consideró que se debe hacer una revisión a fondo en esta metodología, porque se da un sesgo de la pobreza hacia escenarios positivos.

En cuanto a la cohesión social que reportó el Coneval, dijo que refleja muchas realidades del país.

En Chiapas la pobreza abarca casi 80 por ciento de la población, mientras en Nuevo León es menor, pero hay entidades donde la pobreza lacera de manera muy marcada a un mayor número de personas que viven en marginación y no tienen acceso a un mejor nivel de vida.

De Oportunidades dijo que las transferencias directas de alguna manera atienden la necesidad más básica de los pobladores de alta marginación, ya que reciben dinero en forma directa que los ayuda a mantener un nivel de vida que no tendrían sin ese recurso, pero sin acceso a otros niveles de educación a largo plazo no resuelve el problema de la movilidad social, es decir, que las personas salgan de ese círculo de la pobreza.

Por su parte, el Observatorio de Política Social y Derechos Humanos explicó que, dadas las características de la medición de Coneval, estar por debajo de la línea de bienestar no es suficiente para ser pobre: se debe estar por debajo de la línea, y además tener uno o más de los derechos sociales no cubiertos.

Para salir de la pobreza no basta con que la política social alcance 100 por ciento de cobertura –algo que tardará varios años, quizá más de una década–: es indispensable que el ingreso crezca, en especial el salario.

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