El T-MECEl T-MEC
Revista Siempre!
octubre 19, 2019 | Por Martín Esparza
octubre 19, 2019 | Por Martín Esparza
Tras la misiva enviada por el presidente de México a los
congresistas norteamericanos para que asuman su compromiso de ratificar
el T-MEC antes del inicio de las campañas políticas con miras a la
elección presidencial de noviembre del 2020, tanto republicanos como
demócratas tienen una responsabilidad compartida para con los socios
comerciales de su país, antes de que la aprobación del acuerdo se
“contamine” por el proceso electoral en puerta.
Hasta el momento, nuestro país ha hecho su parte una vez que el
Congreso de la Unión y los Congresos Locales aprobaron la Reforma
Laboral en abril pasado y que entró en vigor el primero de mayo. Casi de
inmediato la Secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, ordenó su
publicación dándose a la tarea de implementar los protocolos para su
puesta en marcha.
Como parte de la implementación del nuevo ordenamiento, se instalaron
mesas de trabajo con sindicatos y centrales obreras, en las que han
venido participando organizaciones independientes como el Sindicato
Mexicano de Electricistas (SME) y la Nueva Central de Trabajadores
(NCT), abordándose temas inaplazables para mejorar las condiciones de
vida de la clase trabajadora como lo es el trabajo decente.
Los alcances de la reforma, encuadrados en la ratificación y
cumplimiento de los convenios 87 y 98 de la Organización Internacional
del Trabajo (OIT), no se circunscriben únicamente a democratizar el
mundo laboral; además, ofrecen la oportunidad de que tanto las empresas
como el gobierno en sus tres niveles y poderes, pacten verdaderos
contratos de trabajo más justos y que contribuyan a mejorar el nivel de
vida de millones de trabajadores tanto del apartado “A” como del
apartado “B”.
Y es éste, sin duda, el mayor reto para comenzar a eliminar la
simulación laboral que operó durante décadas en México en detrimento de
la fuerza laboral, estancando el mercado interno con los bajos salarios.
Sin dejar de mencionar el sindicalismo charro que permitió los
contratos de protección a favor de los intereses empresariales.
Otra de las herencias abonadas en contra de los trabajadores y que
impidió el acceso a la seguridad social y la estabilidad laboral de
millones de jóvenes, fue la subcontratación. El lesivo outsourcing
alentado por los gobiernos neoliberales como una concesión para liberar a
los patrones del pago de cuotas obrero patronales y la firma de
contratos colectivos a cientos de empresas, que debe ser eliminado.
Es momento de que todos los trabajadores del país exijamos a los
congresistas de los Estados Unidos la ratificación del T-MEC, si en
verdad, como han propalado en el marco del nuevo acuerdo comercial, les
preocupan la democracia y libertad sindicales, así como los derechos
laborales de millones de mexicanos.
Hace tres décadas cuando se firmó el TLCAN, los compromisos laborales
solo quedaron plasmados en el papel sin ninguna cláusula que obligara a
México a cumplirlos y, por ende, a mejorar los salarios y las
condiciones de vida de sus trabajadores.
Ahora, es momento de que los legisladores norteamericanos salden esa
deuda histórica con la clase trabajadora de nuestro país y asuman su
responsabilidad de dar luz verde al T-MEC y a su capítulo laboral para
que los obreros mexicanos se sacudan de una vez por todas los mini
incrementos salariales, el charrismo sindical y la regresiva
subcontratación, entre otros muchos vicios del pasado.
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