El SME ‘apaga’ a calderón una cita con la historia

Por Roberto Cruz

El Presidente no acude a fecha emblemática de la Cámara Alta que estrena edificio ante temor de una escalada de violencia por parte del gremio electricista

La Historia da oportunidades irrepetibles y la de la inauguración del nuevo recinto de la Cámara de Senadores fue una de ellas.

Quien acudió salió en la foto.

En la Historia estará anotado que en su discurso del 13 de abril de 2011, el actual presidente de la Mesa Directiva, Manlio Fabio Beltrones, dijo:

“Aquí en el Senado hemos demostrado que cuando de la República se trata no hay acuerdos imposibles ni reformas inalcanzables”.

O que: “Este es un Senado reformador, no conservador. Es que no hay mitos y dogmas insuperables, cuando se trata de salir de la parálisis”.

Para la Historia será la asistencia de Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del Distrito Federal; Juan Silva Meza, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; José Narro, rector de la UNAM; Diego Fernández de Cevallos, entre muchos otros.

Gobernadores, ex gobernadores, políticos de nuevo y viejo cuño.

Pero también la Historia registrará la ausencia del principal invitado, el Presidente de la República Felipe Calderón, quien envió en su representación al secretario de Gobernación, Francisco Blake.

La fecha estaba acordada con anticipación incluyendo la cortesía hacia el Presidente para aceptar su propuesta de día y hora.

La mesa estaba casi servida. El martes 12 de abril los senadores se guardaron las lágrimas, pero nostálgicos realizaron su última sesión en el recinto de Xicoténcatl que por 80 años fue testigo de trabajo y reyertas.

Un día antes, sin embargo, hizo su aparición el motivo que cambió la historia de la Historia.

El sindicato de electricistas, comandado por Martín Esparza, desplegó su protesta más violenta desde que fue extinguida Luz y Fuerza del Centro.

No sólo obstruyeron la vialidad en Circuito Interior y Marina Nacional, como una advertencia superior, al mejor estilo terrorista, incendiaron cinco vehículos, se enfrentaron –por primera vez- con la policía capitalina y sitiaron la ya sede de la Comisión Federal de Electricidad.

Los hechos prendieron los ‘focos rojos’ en Los Pinos y en el Estado Mayor Presidencial.

Como en 2006, el Presidente Felipe Calderón enfrentaba una amenaza que convertiría una fastuosa inauguración en la justificación de manifestantes para echarla a perder.

Una cosa variaba: En 2006 se trataba de la toma de posesión de Calderón como nuevo Presidente de la República y tenía de facto el apoyo de la banca priísta.

Otra: Aquél hecho se realizaba en la Cámara de Diputados y la amenaza era el PRD.

La prudencia fue la elección de la Presidencia. El Presidente no acudiría a “cortar el listón” a la nueva sede de Reforma.

El argumento, extrañamente, no fue el temor a la posible osadía de los electricistas. Prefirió alegar una tardía invitación de parte de los senadores.

Era sólo una coartada. En reunión con legisladores priístas una semana antes, en la que estuvieron Manlio Fabio Beltrones, presidente de la Mesa Directiva del Senado, Francisco Labastida, Pedro Joaquín Coldwell y Fernando Baeza, la invitación estaba extendida.

Ahí se dio a conocer el motivo de lo que a la postre resultó ser la verdadera causa de la inasistencia de Calderón.

El sindicato electricista, dijeron, tenía en mente la idea de entorpecer el evento si acudía el Ejecutivo.

Lo confirmaron el lunes. Si ese era el principio (incendiar autos y provocar un enfrentamiento), qué más harían.

El argumento de Presidencia, sin embargo, desató los demonios de la elucubraciones.

Se comenzó hablar de un nuevo choque entre los dos Poderes, el Legislativo y el Ejecutivo.

Era, dijeron algunos, un desquite por la plantada que le propinó Beltrones a Presidencia el 18 de agosto de 2010 en los Foros sobre Seguridad, alegando que la invitación se la hicieron llegar unas cuantas horas antes del evento.

El miércoles 12, casi a la misma hora del evento en el Senado, el Presidente se movió hacia otra parte. Encabezaba una reunión con el Gabinete de Seguridad.

Era parte de una agenda ya conformada antes de recibir la invitación, señalaron.

Las notas periodísticas informaban de “una reunión de rutina”. A la cita con el Presidente acudió Francisco Blake, pero, inusitadamente, también fue en representación del Ejecutivo al nuevo Senado.

Claro, Blake no le servía de nada al gremio electricista, querían una presa mayor.

Pudo ser la última oportunidad del Mandatario federal para entablar en el recinto legislativo un diálogo con los partidos; pudo ser el día de la concordia.

Pero la afrenta era inolvidable para la gente de Esparza. Se cumplía año y medio de la extinción de su fuente de trabajo y habría que hacerlo notar.

Cómo podría acudir apaciblemente a un evento mayor quien les había bajado el “switch” 18 meses antes.

Ni siquiera la buena voluntad de Blake, expresada la semana anterior en la reunión de priístas y Calderón, de intentar frenar cualquier amenaza, pudo evitar el desenlace.

Ni siquiera se sabe si el temor llegó también a Argentina, pues la presidenta de ese país, la señora Cristina Fernández de Kirchner, canceló de última hora su viaje a México.

Era, como Calderón, una invitada de honor.

La irrepetible ceremonia con olor a pintura fresca, con atmósfera de aire renovado, quedará eso sí para la Historia por muchas razones, entre ellas, porque no estuvo el Jefe del Ejecutivo, porque fue un parteaguas en la labor de reconstrucción política del país por parte de los miembros del Senado... y porque los electricistas se salieron con la suya: Apagaron una gran cita del Presidente.


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