Y pese a todo, se mueve
* POR GENARO LOZANO
* (Twitter @genarolozano)
Casi 40 mil muertos y cinco años después de que empezara la guerra contra el narcotráfico, finalmente la sociedad mexicana despertó
Casi 40 mil muertos y cinco años después de que empezara la guerra contra el narcotráfico, finalmente la sociedad mexicana despertó. La semana pasada, en casi 40 ciudades del país, miles de personas salieron a marchar convocados por el poeta Javier Sicilia, un padre que se unió a la lista en la que ningún padre quiere estar: la de sobrevivir a sus hijos.
Desde que se dieron esas marchas en el país, un grupo de articulistas ha escrito su opinión y en general ha habido de todo, desde quienes las ven como el inicio de la expresión de un hartazgo colectivo, hasta quienes también manifestaron su temor a lo que ahí vieron y escucharon. Otras voces más levantan sospechas sobre los “intereses detrás de las marchas”, unas más que hasta “podridas” las han llamado y otras que hasta advertencias de que “el narco podría estar detrás de la organización”.
Asistí a la marcha convocada en la Ciudad de México y observé una enorme pluralidad de voces. Es cierto, las consignas que más se oían eran las que gritaban los integrantes del SME y que iban dirigidas todas contra Felipe Calderón. Sin embargo, en esas marchas también había grupos de manifestantes silenciosos, lo mismo quienes rezaban por la paz en México, que quienes no gritaron consigna alguna, lo mismo mujeres y jóvenes con flores blancas, que niños cargados en brazos, lo mismo algunos grupos que también gritaron contra los narcotraficantes o los que hablaron directamente al Ejército y le pidieron serenidad y responsabilidad en sus actos, lo mismo quienes simplemente leyeron poesía.
En la marcha del DF se unieron varios mensajes, desde el “No más sangre” hasta el “Estamos hasta la madre”. Desde quienes creen que la renuncia de Calderón todo lo arreglará, hasta quienes empiezan a pensar ya en un juicio político contra él, pero también quienes piden un cambio de estrategia: quienes creemos que la legalización y la educación de prevención de consumo podrían ser más adecuadas que la criminalización de las drogas, quienes creemos que las baterías del Gobierno se han concentrado en avispar al narco con balas, en lugar de hacerle caer el peso de la ley mediante un sistema judicial que funcione, quienes consideramos que un Gobierno que polariza con el tema, divide a la gente, arma una maquinaria propagandística y se empecina en no corregir errores, está condenado al fracaso.
Y sin embargo, lo que vimos con esas marchas es un signo de que cinco años de guerra, cinco años de violencia no han dañado el valor de la ciudadanía. Lo que vimos fue sólo el inicio de lo que podría ser un amplio movimiento ciudadano que logre incidir en el discurso oficial y obligar a un cambio de estrategia. Lo que vimos fue a final de cuentas el rechazo a que sigan hablando las encuestas y a que hablen los cuerpos contra el discurso oficial de que “vamos ganando la guerra contra el narco”, lo que vimos fue un aviso a quienes anuncian que vienen otros siete años más de violencia como la que hemos visto. Lo que vimos fue un recado a los precandidatos presidenciales que aún no se atreven a articular un plan b ante lo que a todas luces es la estrategia equivocada. Y sí, lo que vimos también fue la expresión del enojo y hartazgo y eso es síntoma de una sociedad que pese a todo se mueve.
Fuente
* (Twitter @genarolozano)
Casi 40 mil muertos y cinco años después de que empezara la guerra contra el narcotráfico, finalmente la sociedad mexicana despertó
Casi 40 mil muertos y cinco años después de que empezara la guerra contra el narcotráfico, finalmente la sociedad mexicana despertó. La semana pasada, en casi 40 ciudades del país, miles de personas salieron a marchar convocados por el poeta Javier Sicilia, un padre que se unió a la lista en la que ningún padre quiere estar: la de sobrevivir a sus hijos.
Desde que se dieron esas marchas en el país, un grupo de articulistas ha escrito su opinión y en general ha habido de todo, desde quienes las ven como el inicio de la expresión de un hartazgo colectivo, hasta quienes también manifestaron su temor a lo que ahí vieron y escucharon. Otras voces más levantan sospechas sobre los “intereses detrás de las marchas”, unas más que hasta “podridas” las han llamado y otras que hasta advertencias de que “el narco podría estar detrás de la organización”.
Asistí a la marcha convocada en la Ciudad de México y observé una enorme pluralidad de voces. Es cierto, las consignas que más se oían eran las que gritaban los integrantes del SME y que iban dirigidas todas contra Felipe Calderón. Sin embargo, en esas marchas también había grupos de manifestantes silenciosos, lo mismo quienes rezaban por la paz en México, que quienes no gritaron consigna alguna, lo mismo mujeres y jóvenes con flores blancas, que niños cargados en brazos, lo mismo algunos grupos que también gritaron contra los narcotraficantes o los que hablaron directamente al Ejército y le pidieron serenidad y responsabilidad en sus actos, lo mismo quienes simplemente leyeron poesía.
En la marcha del DF se unieron varios mensajes, desde el “No más sangre” hasta el “Estamos hasta la madre”. Desde quienes creen que la renuncia de Calderón todo lo arreglará, hasta quienes empiezan a pensar ya en un juicio político contra él, pero también quienes piden un cambio de estrategia: quienes creemos que la legalización y la educación de prevención de consumo podrían ser más adecuadas que la criminalización de las drogas, quienes creemos que las baterías del Gobierno se han concentrado en avispar al narco con balas, en lugar de hacerle caer el peso de la ley mediante un sistema judicial que funcione, quienes consideramos que un Gobierno que polariza con el tema, divide a la gente, arma una maquinaria propagandística y se empecina en no corregir errores, está condenado al fracaso.
Y sin embargo, lo que vimos con esas marchas es un signo de que cinco años de guerra, cinco años de violencia no han dañado el valor de la ciudadanía. Lo que vimos fue sólo el inicio de lo que podría ser un amplio movimiento ciudadano que logre incidir en el discurso oficial y obligar a un cambio de estrategia. Lo que vimos fue a final de cuentas el rechazo a que sigan hablando las encuestas y a que hablen los cuerpos contra el discurso oficial de que “vamos ganando la guerra contra el narco”, lo que vimos fue un aviso a quienes anuncian que vienen otros siete años más de violencia como la que hemos visto. Lo que vimos fue un recado a los precandidatos presidenciales que aún no se atreven a articular un plan b ante lo que a todas luces es la estrategia equivocada. Y sí, lo que vimos también fue la expresión del enojo y hartazgo y eso es síntoma de una sociedad que pese a todo se mueve.
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