Valdés, indigno presidente del IFE, abogado de Peña
Desde
que se desgajó del PRI en 1988, y lo que quedó de él postuló a Salinas,
se han venido cometiendo los fraudes electorales hasta que este 2012
quieren a toda costa imponer a Peña y su grupo, semillero de Atlacomulco
Revista EMET
Además de Káram y Osorio Chong como
defensores del peñapriismo, están los magistrados del TRIFE que no
encuentran la forma de sumarse a la pírrica victoria al PRI de Peña (que
se debería revertir invalidando la elección o por vía del levantamiento
popular cuya vanguardia son los estudiantes que no ceden en su
cuestionamiento al peñismo). El presidente del IFE (con los
consejeros-ciudadanos que guardan silencio cuando debería prevalecer la
discusión pública y no acuerdos en lo oscurito) ya es abogado de oficio
del mexiquense, pero racionalmente no es posible que el tal Valdés sea
la única voz cantante; tomando muy a pecho dar la cara y, coludido con Soriana, Televisa y Tv-Azteca, sostener a coro que Peña es el ganado y ya, sin reparar en las maniobras sucias que llevaron a cabo.
¿Y ya? Desde que se desgajó del PRI en 1988, y lo que quedó de él postuló a Salinas, se han venido cometiendo los fraudes electorales hasta que este 2012 quieren a toda costa imponer a Peña y su grupo, semillero de Atlacomulco y templado autoritariamente cuando la criminalidad en el Estado de México culminó con la matanza de Atenco y la barbarie de las violaciones sexuales a las mujeres, maximizando los feminicidios en esa entidad. Nadie como el todavía presidente del IFE: Leonardo Valdés Zurita, machaca, con su vocecita afónica y su copete al estilo peñista, con que el priista es el ganador, no en las urnas, por supuesto, sino en las tiendas de Soriana donde votaron con tarjetas los que vendieron el sufragio.
Para esto, Emilio Lozoya Austin se encargó de que embajadores, algunos presidentes (hasta Hugo Chávez) y la señora Clinton, cayeran en la trampa de felicitar a Peña, para tratar de consumar el hecho. Y Calderón lo invitó a conocer Los Pinos, de donde ha de ahuecar el ala para volar al exilio. Pero, Valdés es el más interesado en que Peña sea reconocido como sucesor del panista, pues el PRI lo designó como consejero y lo arrimó a logros para hacerlo presidir el IFE. Así, agarra monte hacia el peñismo y “rápido y furioso” insiste sobre la cara cuantitativa del proceso y le guiña el ojo al TRIFE para que se pliegue a la divisa de uno de sus más cínicos magistrados: “lo que no se ganó con votos, no se ganará en la mesa judicial”.
Teniendo como aliado al representante del PRI-Peña en el IFE: Sebastián Lerdo de Tejada, para cerrarle el paso a las denuncias y pruebas del fraude electoral. Empero, bien peinadito con gel, Valdés se presenta todos los días para rebatir, con sofismas (como el de por qué los perredistas no objetan la victoria de Mancera en la capital del país) a sabiendas de que el fraude se cometió en las zonas rurales del país con sobornos en monederos, celulares y tarjetas para comprar en Soriana. Valdés se ha hecho indigno de ser presidente del IFE por su atropellada parcialidad, estando de acuerdo con la manipulación de las encuestas. No hay gato encerrado: tal vez ya hasta empleo subterráneo tendrá con el peñismo. Y por lo pronto está convertido en un funcionario al servicio de la causa peñista.
¿Y ya? Desde que se desgajó del PRI en 1988, y lo que quedó de él postuló a Salinas, se han venido cometiendo los fraudes electorales hasta que este 2012 quieren a toda costa imponer a Peña y su grupo, semillero de Atlacomulco y templado autoritariamente cuando la criminalidad en el Estado de México culminó con la matanza de Atenco y la barbarie de las violaciones sexuales a las mujeres, maximizando los feminicidios en esa entidad. Nadie como el todavía presidente del IFE: Leonardo Valdés Zurita, machaca, con su vocecita afónica y su copete al estilo peñista, con que el priista es el ganador, no en las urnas, por supuesto, sino en las tiendas de Soriana donde votaron con tarjetas los que vendieron el sufragio.
Para esto, Emilio Lozoya Austin se encargó de que embajadores, algunos presidentes (hasta Hugo Chávez) y la señora Clinton, cayeran en la trampa de felicitar a Peña, para tratar de consumar el hecho. Y Calderón lo invitó a conocer Los Pinos, de donde ha de ahuecar el ala para volar al exilio. Pero, Valdés es el más interesado en que Peña sea reconocido como sucesor del panista, pues el PRI lo designó como consejero y lo arrimó a logros para hacerlo presidir el IFE. Así, agarra monte hacia el peñismo y “rápido y furioso” insiste sobre la cara cuantitativa del proceso y le guiña el ojo al TRIFE para que se pliegue a la divisa de uno de sus más cínicos magistrados: “lo que no se ganó con votos, no se ganará en la mesa judicial”.
Teniendo como aliado al representante del PRI-Peña en el IFE: Sebastián Lerdo de Tejada, para cerrarle el paso a las denuncias y pruebas del fraude electoral. Empero, bien peinadito con gel, Valdés se presenta todos los días para rebatir, con sofismas (como el de por qué los perredistas no objetan la victoria de Mancera en la capital del país) a sabiendas de que el fraude se cometió en las zonas rurales del país con sobornos en monederos, celulares y tarjetas para comprar en Soriana. Valdés se ha hecho indigno de ser presidente del IFE por su atropellada parcialidad, estando de acuerdo con la manipulación de las encuestas. No hay gato encerrado: tal vez ya hasta empleo subterráneo tendrá con el peñismo. Y por lo pronto está convertido en un funcionario al servicio de la causa peñista.
Álvaro Cepeda Neri - Opinión EMET
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