El Estado no debe justificar su falta de acción para atender los hechos perpretados en la zona Triqui: Sosa Maldonado (11:51 h)
Oaxaca de Juárez, 21 de mayo. Repudiamos enérgicamente el asesinato del indígena triqui Timoteo Alejandro Ramírez y el de su esposa Cleriberta Castro en la comunidad de Yosoyuxi, en la Región Triqui, Oaxaca.
Ningún argumento que esgrima el Estado es válido para justificar su falta de acción ante estos hechos tan lamentables, hechos que por décadas se han perpetrado en la zona Triqui y en todas las regiones del estado de Oaxaca.
Muchos políticos aprovechan la ocasión para hacer señalamientos que los visibilicen con miras de favorecer sus posiciones partidistas o personales, por el desarrollo de las campañas políticas. Sin embargo no hacen un juicio imparcial para señalar a todos aquellos que históricamente han sido responsables de esta historia de terror y de muerte que padecen los olvidados de siempre.
De igual modo que como en el caso de los indígenas de la Región Loxicha, se pretende olvidar por los apologistas del diodorismo, que fue él quien impulsó la creación de los “entregadores” y posteriormente a los paramilitares que asolan a los Loxicha, se olvidan también cómo, cuándo y porqué nació la UBISORT y todos los ingredientes que sexenio tras sexenio han generado que lleguemos al actual estado de cosas.
Es indudable la responsabilidad de Ulises Ruiz, de Calderón y sus operadores políticos por omisión o comisión en los crímenes contra el pueblo en estos momentos en Oaxaca y el país, en crímenes que se manifiestan en este tipo de ejecuciones o en las acciones emprendidas contra el SME, por citar sólo dos ejemplos.
Por eso es necesario que, lejos de buscar los reflectores mediáticos para fines personales o de grupo, los actores políticos y sociales emprendamos acciones serias y responsables tendientes a parar la guerra de exterminio étnico que se vive en la Región Triqui, en el Estado y el país.
Que seamos factores de cambio de estas políticas neoliberales que favorecen el quehacer económico de los capitales y sus operadores, pero que destruyen la naturaleza, pero sobre todo, destruyen lo más sagrado para la sobrevivencia del género humano, la vida de los pueblos originarios, la vida de hombres, mujeres, niños y ancianos, la vida de quienes son considerados como productos desechables en un mundo donde lo que más importa es tener, no ser.
Las balas y las armas asesinas son de marcas norteamericanas, así como de estas mismas marcas son los fusiles que asesinan a los indígenas Loxicha. Así la guerra de exterminio, la guerra contra las drogas de Felipe Calderón, son un jugoso negocio para los que de veras mandan en este país y en el gringo.
Mientras, aquí podemos desgarrarnos las gargantas en gritos de unidad y seguir realizando acciones contrarias a ese propósito, ellos serán los beneficiados.
No. No sigamos más por ese camino.
Que nuestro grito de alto a la barbarie, sea un grito de todas y todos.
Que lo que le suceda a cualquiera de nuestros hermanos, sea algo que nos interese a todos y todas.
Solamente así pararemos el etnocidio, frenaremos la guerra sucia, lograremos la presentación con vida de las y los desaparecidos políticos, la libertad de todas y todos los presos políticos y de conciencia; lograremos el castigo a los responsables de la represión, la miseria, la marginación y la muerte que se vive en las comunidades y en nuestro país todo.
No cejaremos en la exigencia de libertad para los presos políticos y de conciencia del país, por la presentación con vida de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez desaparecidos en Oaxaca el 25 de mayo del 2007.
Y aunque las condiciones imperantes en los Loxicha no nos permitieron llevar a cabo la marcha que habíamos anunciado; el próximo 25 de los presentes, quienes podamos llegar, estaremos como en los últimos meses, exigiéndole al Estado Mexicano:
¡Presentación con vida de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez!
¡Libertad para los presos políticos y de conciencia del país!
¡Libertad para los presos indígenas de la Región Loxicha!
Respetuosamente:
Juan Sosa Maldonado
Fuente
Ningún argumento que esgrima el Estado es válido para justificar su falta de acción ante estos hechos tan lamentables, hechos que por décadas se han perpetrado en la zona Triqui y en todas las regiones del estado de Oaxaca.
Muchos políticos aprovechan la ocasión para hacer señalamientos que los visibilicen con miras de favorecer sus posiciones partidistas o personales, por el desarrollo de las campañas políticas. Sin embargo no hacen un juicio imparcial para señalar a todos aquellos que históricamente han sido responsables de esta historia de terror y de muerte que padecen los olvidados de siempre.
De igual modo que como en el caso de los indígenas de la Región Loxicha, se pretende olvidar por los apologistas del diodorismo, que fue él quien impulsó la creación de los “entregadores” y posteriormente a los paramilitares que asolan a los Loxicha, se olvidan también cómo, cuándo y porqué nació la UBISORT y todos los ingredientes que sexenio tras sexenio han generado que lleguemos al actual estado de cosas.
Es indudable la responsabilidad de Ulises Ruiz, de Calderón y sus operadores políticos por omisión o comisión en los crímenes contra el pueblo en estos momentos en Oaxaca y el país, en crímenes que se manifiestan en este tipo de ejecuciones o en las acciones emprendidas contra el SME, por citar sólo dos ejemplos.
Por eso es necesario que, lejos de buscar los reflectores mediáticos para fines personales o de grupo, los actores políticos y sociales emprendamos acciones serias y responsables tendientes a parar la guerra de exterminio étnico que se vive en la Región Triqui, en el Estado y el país.
Que seamos factores de cambio de estas políticas neoliberales que favorecen el quehacer económico de los capitales y sus operadores, pero que destruyen la naturaleza, pero sobre todo, destruyen lo más sagrado para la sobrevivencia del género humano, la vida de los pueblos originarios, la vida de hombres, mujeres, niños y ancianos, la vida de quienes son considerados como productos desechables en un mundo donde lo que más importa es tener, no ser.
Las balas y las armas asesinas son de marcas norteamericanas, así como de estas mismas marcas son los fusiles que asesinan a los indígenas Loxicha. Así la guerra de exterminio, la guerra contra las drogas de Felipe Calderón, son un jugoso negocio para los que de veras mandan en este país y en el gringo.
Mientras, aquí podemos desgarrarnos las gargantas en gritos de unidad y seguir realizando acciones contrarias a ese propósito, ellos serán los beneficiados.
No. No sigamos más por ese camino.
Que nuestro grito de alto a la barbarie, sea un grito de todas y todos.
Que lo que le suceda a cualquiera de nuestros hermanos, sea algo que nos interese a todos y todas.
Solamente así pararemos el etnocidio, frenaremos la guerra sucia, lograremos la presentación con vida de las y los desaparecidos políticos, la libertad de todas y todos los presos políticos y de conciencia; lograremos el castigo a los responsables de la represión, la miseria, la marginación y la muerte que se vive en las comunidades y en nuestro país todo.
No cejaremos en la exigencia de libertad para los presos políticos y de conciencia del país, por la presentación con vida de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez desaparecidos en Oaxaca el 25 de mayo del 2007.
Y aunque las condiciones imperantes en los Loxicha no nos permitieron llevar a cabo la marcha que habíamos anunciado; el próximo 25 de los presentes, quienes podamos llegar, estaremos como en los últimos meses, exigiéndole al Estado Mexicano:
¡Presentación con vida de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez!
¡Libertad para los presos políticos y de conciencia del país!
¡Libertad para los presos indígenas de la Región Loxicha!
Respetuosamente:
Juan Sosa Maldonado
Fuente
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