Astillero

Julio Hernández López


Televisa ha anunciado la insólita decisión editorial de guardar silencio ante un hecho que ha sido mencionado oficialmente cuando menos en dos escenarios internacionales, correspondientes a la gira en curso de Felipe Calderón, que fue vigorosamente dada a conocer en su primer día por las instancias oficiales de investigación policiaca, que sigue cubriendo sin candados la misma agencia informativa del Estado mexicano, Notimex, y que, sobre todo, contiene tal cantidad de ingredientes, variables y retorcimientos relacionados con el interés público que dejar de hablar de ese hecho sólo favorecería la explícita intención del gobierno calderonista de acallar rumores” que esencialmente han sido prohijados por la pésima política de comunicación social de la administración federal y por el inocultable número de casos criminales manipulados, trampeados y dejados en la impunidad por esas autoridades que ahora dan una vuelta más a la tuerca del control social implantando un toque de queda informativo en la principal fuente de acceso popular a la información.

El oportuno silencio de Televisa coincide con la declaratoria de esa empresa y otras dos, Telefónica y Megacable, como unificados competidores únicos en el proceso de licitación de fibra oscura perteneciente a la Comisión Federal de Electricidad, el suculento negocio para cuyas adjudicaciones a voluntad estorban entes críticos, como el Sindicato Mexicano de Electricistas, cuya materia de trabajo en Luz y Fuerza del Centro forma parte del amplio banquete de “negocios” por privatizar que se han servido algunos empresarios consentidos y los funcionarios “de mano dura”. La alianza del calderonismo con Televisa es tan evidente y marcada que el grupo empresarial de Ricardo Salinas Pliego se ha inconformado con esa declaratoria de candidatura única a la adquisición de los tramos de fibra óptica no utilizados hasta ahora y por eso llamados “oscuros”, diciendo ese grupo, del que forma parte Televisión Azteca, que lo hecho hasta ahora por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en cuanto a “las subastas de fibra oscura y la de espectro radioeléctrico en las frecuencias de 1.7 y 1.9 gigahercios (Ghz) en realidad son asignaciones directas disfrazadas de licitación”.

Respecto al oscuro motivo del deseo de autocensura, es decir, al secuestro de Diego Fernández de Cevallos, nada relevante sucedió ayer que no fueran la cascada de declaraciones políticas previsibles y el reumático moverse del aparato burocrático nacional de policías que aparentan investigar lo que bien saben tendrá un desenlace ajeno a sus esfuerzos de a pie. Sigue sin precisión oficial, por ejemplo, el tema relacionado con la presunta detención de Ignacio Coronel Villarreal, el importante compañero de andanzas empresariales de Joaquín Guzmán, El Chapo. Ningún funcionario se atreve a informar públicamente qué pasó en un poblado de Jalisco donde marinos apresaron a alguien que según versiones sería el “pesado” Nacho Coronel. Silencio que genera rumores de que se busca un canje por el inmediatamente secuestrado Fernández de Cevallos (¿Nacho por Je-facho?), a pesar de que el tema ha sido tocado abiertamente en varios espacios periodísticos y electrónicos (ayer, Carmen Aristegui habló ampliamente del punto en su noticiario de radio donde, por cierto, ya está como colaborador el columnista jornalero Enrique Galván Ochoa, a quien se felicita desde aquí por esa nueva etapa de su vida profesional).
Todo pareciera estar a la espera del retorno del viajero Calderón, quien hoy inicia en Washington una visita de Estado a la que mucho ajaría una resolución fúnebre del expediente Fernández de Cevallos. Al menos en este primer tramo, el correspondiente a España, el residente de Los Pinos ha podido sobrellevar los indicios de descomposición nacional sin muchos problemas, en buena parte a causa del ánimo extraordinariamente positivo con el que sus anfitriones premian los negocios y beneficios que el felipismo les ha dado y que el propio mexicano presume, como hizo en un programa de televisión en el que dijo que los bancos españoles tienen en México sus mayores ganancias. Aun así, Felipe y Margarita han escuchado en Madrid gritos de “gobierno asesino” de parte de algunos activistas que denuncian lo que sucede en México.

Pero en Estados Unidos no hay tantos motivos de fervor hacia un gobierno cuyos problemas tienen la violencia criminal al borde de la frontera. Human Rights Watch, por ejemplo, ha pedido al presidente Obama que plantee ante Calderón las dudas acerca del respeto a los derechos humanos en México que esa organización ha documentado. En el centro de la argumentación de HRW está el tema de la presencia de soldados y marinos en las calles, la reiterada violación de garantías y derechos fundamentales y el mantenimiento del fuero militar que permite a la estructura castrense investigarse y castigarse a sí misma. A ese debate se ha sumado el subsecretario de Estado para asuntos de narcóticos de la administración obamista, David Johnson, quien abiertamente ha dicho que “debe haber progreso en el sistema de transparencia de la justicia militar” mexicana, para que se pueda comprobar que las denuncias por abusos militares son realmente investigadas y sancionadas.

La República, convertida mientras tanto en banca de espera, sigue su marcha rutinaria: el recuento diario de la masacre continúa rumbo a cifras anuales récord, los partidos y los candidatos pelean y alegan como si las elecciones de verdad fueran a servir de algo, los reportes económicos desde las alturas insisten en recuperaciones y logros que los bolsillos de abajo no confirman, y la palabrería y lo superficial son ampliamente difundidos para que entre ruido y naderías no se note tanto la caída sostenida. Uf.

Y, mientras se organiza el primer aniversario luctuoso de la tragedia de la ABC, este 5 de junio, ¡hasta mañana, en esta columna que lamenta que se complique el estado de salud de los huelguistas de hambre del SME!

Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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