El supuesto complot iraní contra el embajador saudita parece una historia increíble y poco cierta

jueves 20 de octubre de 2011

Dmitri Kósirev (RIA NOVOSTI, especial para ARGENPRESS.info)

A finales de la semana pasada, la administración de Estados Unidos intentó persuadir a todo el mundo de que tuvo argumentos de peso para declarar que la Guardia Revolucionaria Islámica iraní planeó un atentado contra el embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos, Adel Al-Jubeir.

Además de las dudas que deja, la historia con el supuesto complot iraní contra el embajador de Arabia Saudita en Washington provocó reflexiones sobre nuevas guerras hipotéticas en el Oriente Próximo.

Según el fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, el Tribunal Federal de Nueva York presentó cargos contra dos iraníes por intento de asesinar al embajador saudita por orden de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán. Uno de ellos, ciudadano naturalizado estadounidense Manssor Arbasiar fue detenido y el otro logró escaparse.

Arbasiar supuestamente buscó el apoyo de miembros de un cartel narcotráfico mexicano para asesinar al embajador saudita y quiso comprar los explosivos en México. Una vez arrestado, Arbasiar se declaró culpable.

Trabajo burdo

El diario estadounidense, The Washington Post, evidentemente está del lado de la administración de Barack Obama. En el periódico apareció una noticia de que al inicio los propios jueces instructores de Estados Unidos estuvieron seguros de que Teherán no pudo actuar tan burdamente. Pero al fin y al cabo resultó que se equivocaron.

El diario The New York Times simpatiza mucho menos con el gabinete de Obama y describe los intentos vanos de la administración estadounidense de obligar a todo el mundo a reconocer la veracidad de esta historia.

El periódico británico The Independent es aún más implacable. Según sus analistas, “el complot extraño no coincide con la información disponible sobre los servicios secretos iraníes”, “parece más a un guión” para una película de acción de mala calidad. Tan sólo falta una mujer hermosa que acompañe al embajador saudita hacia la bomba.

En realidad, parece inverosímil que los organizadores del atentado hicieran una transferencia bancaria de 1,5 millones de dólares de una cuenta ligada con la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, pagara este dinero a los miembros de un cartel narcotráfico mexicano que antes nunca cometieron crímenes en el territorio de Estados Unidos, etc.

No hay retorno

Compararemos dos hechos.

Primero: se decidió sacar esta historia a la luz pública a nivel gubernamental. El vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció en una entrevista con una cadena de televisión que Washington analiza cómo reaccionar frente al presunto complot iraní y aseguró que “todo está sobre la mesa” (con respecto a su posible reacción).

Es decir, la primera potencia mundial acusa a los dirigentes de Irán de la organización del atentado. Sería imposible renunciar de tales palabras.

Segundo: los expertos y medios noticiosos tanto del Oriente Próximo, como de Estados Unidos y Europa no tienen confianza en la versión en la que insiste la administración estadounidense.

Parece que los gobiernos de muchos países también desconfían de estas declaraciones. Una de las causas de estas dudas consiste en la postura irracional de Estados Unidos respecto a Irán.

Washington regularmente acusaba a Teherán de una amplia gama de pecados y todos se han acostumbrado a esto.

Según la información disponible, los funcionarios de Estados Unidos se ponen en contacto con los diplomáticos en la ONU, sostienen conversaciones telefónicas con altos cargos del Gobierno de varios países e invitan al Departamento de Estado a los embajadores explicándoles que tuvo lugar el complot.

Las autoridades estadounidenses no echan la culpa al presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, sino al máximo líder espiritual de Irán, ayatolá Ali Jamenei.

La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, insiste en que son insuficientes las sanciones unilaterales impuestas por Estados Unidos el pasado 11 de octubre. Es necesario ampliarlas, lo que requiere el apoyo internacional.

Lo único que pudo emprender Teherán en esta situación fue dirigir una carta al secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, con la solicitud de defender los intereses de la República Islámica.

Pero si los argumentos y pruebas en el “caso de complot” pueden suscitar serias dudas, la indignación de Arabia Saudita es evidente. Las relaciones entre Irán y Arabia Saudita son tensas.

Mientras que continúe la guerra en Libia, un nuevo conflicto bélico a gran escala puede librarse en otra parte del Oriente Próximo.

Recordemos que en las películas de acción, incluidas las de agente supersecreto James Bond, todos los complots deben guardarse en secreto. Por eso los agentes valientes arriesgaron la vida para impedir que la respectiva información saliera a la luz pública.

Y ¿por qué es prohibido? Porque en caso contrario puede estallar una guerra.

Método de provocación

Las maniobras militares y diplomáticas en torno al nuevo conflicto entre Irán y Estados Unidos se iniciarán en un futuro. Entretanto, es evidente que las acusaciones de las autoridades de Estados Unidos contra Irán suscitan dudas aún en el territorio de Estados Unidos.

Es un serio fracaso de la administración de Barack Obama aunque no merece la pena acusar sólo a esta administración. Sus predecesores también desempeñaron un papel importante.

Hoy en día o en un futuro, una parte de los hechos puede confirmarse. Pero muchos seguirán sin creerlos.

Existen muchas causas para manifestar desconfianza, incluidos los métodos. Por ejemplo, el pasado 11 de octubre, empezó el juicio contra el empresario ruso Víctor Bout, en el Tribunal Federal de Nueva York.

Estados Unidos cree que Bout es el mayor vendedor de armas en todo el mundo así que Irán, según los estadounidenses, es el mayor mal mundial.

Bout fue arrestado en Tailandia en marzo de 2008 por una orden emitida por la justicia estadounidense, que lo acusa de tráfico ilegal de armas, cuando supuestamente intentó vender una partida de armamento a presuntos miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), principal organización guerrillera en ese país latinoamericano, y que, en realidad, eran agentes de la Administración de Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos.

Hoy en día, los presuntos agentes iraníes también fueron provocados por los agentes de la DEA.

El propio método de provocación suscita polémica. Además, la justicia internacional carecerá de confianza durante mucho tiempo. Se cree que esta justicia tan sólo defiende los intereses políticos de varios Estados. Y el presunto complot contra embajador saudita es un buen ejemplo de esto.

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