Los latinos indignados en Estados Unidos
domingo 16 de octubre de 2011
Manuel E. Yepe (especial para ARGENPRESS.info)
Con más de 50 millones de personas, según el último Censo Nacional, los latinos constituyen la minoría más importante de Estados Unidos. En un país de más de 300 millones de habitantes, uno de cada seis se identifica étnicamente como latino o hispánico (término demográfico de reciente invención estadounidense para identificar a quienes hablan español, son nacidos en Latinoamérica, tienen familiares en esa región, o cuyo legado cultural proviene de los antiguos territorios mexicanos).
Esta gran masa de latinos no es solo la minoría más importante de Estados Unidos, sino que, si constituyera un país, éste sería el más numeroso del mundo de habla hispana, por muy compleja y diversa que habría de ser su identidad.
Sin embargo, a su representación numérica no le corresponde aún un poder político, administrativo o financiero equivalente. Su número, en cambio, se aprecia en las cifras de crecimiento de la fuerza laboral y se refleja en las del enrolamiento en las fuerzas armadas estadounidenses porque, ya sean nacidos en el exterior, en el país con padres indocumentados, o de familias de antiguo legado cultural mexicano, la mayoría comparte la condición de ser pobres. Así, por razones de ciudadanía combinadas con la pobreza, el servicio militar voluntario se convierte para los jóvenes latinos en un camino, aparentemente corto, hacia el logro de metas básicas: la educación —particularmente universitaria— y la obtención de la ciudadanía o un documento para poder vivir legalmente en el país. Lograr un reconocimiento social largamente denegado suele ser también una motivación para incorporarse.
La inclusión de soldados latinos en “The Wall” -la gigantesca pared de mármol negro que recuerda en Washington a los soldados estadounidenses muertos en Vietnam a quienes se rinde homenaje en el Día de los Caídos o Memorial Day- ha permitido observar que casi cuatro mil de ellos están inscritos allí con apellidos en español.
Pero, más que la ilusión de ser héroes, lo que lleva a los jóvenes latinos a enrolarse en el servicio militar de Estados Unidos —donde el riesgo de muerte para los latinos es un 20% más alto que para los no-latinos, probablemente debido al tipo de tareas encomendadas en los frentes— es la certeza de que no hay alternativa para sus aspiraciones de vivir con dignidad en la tierra donde nacieron de padres indocumentados o donde habitan desde pequeños.
Con la aparición en España del movimiento protesta de los indignados que se ha extendido por todo el mundo y en Estados Unido ha repercutido con características inusitadas al llamado a “¡Ocupar Wall Street!”, han surgido interrogantes acerca de cual será la extensión de la participación de los latinos y los negros en las acciones de protesta de los estadounidenses.
El control de los medios de prensa por la oligarquía de Estados Unidos logró inicialmente mantener con un bajo perfil informativo al movimiento OWS hasta que el arresto de 700 personas en el Puente de Brooklyn de Nueva York, unido a la participación de personalidades destacadas, como el cineasta Michael Moore y la actriz Susan Sarandon, hicieron saltar del silencio a un fenómeno tan extraordinario que estaba ocurriendo en el corazón de Manhattan.
Sorprendió a algunos observadores, sin embargo, el hecho de que en el parque Zuccotti, centro de las manifestaciones luego que una sólida barrera policial impidió su acceso a Wall Street, la participación de latinos no era representativa del estado de ánimo en esa comunidad, hecho que sirvió para que los defensores del status-quo argumentaran que las motivaciones para el movimiento no tenían mucho que ver con los latinos.
Se señalaba como un hecho inexplicable que esa comunidad no participara protagónicamente en una protesta generada por la avaricia de los bancos y las desregulación del sistema financiero, cuando los latinos y los negros han sido los primeros perjudicados, particularmente con la perdida de empleos, viviendas y beneficios sociales.
Advertidos de este fenómeno, los líderes del movimiento OWS desarrollan acciones encaminadas a promover la participación más activa de los latinos y los negros identificando sus aspiraciones con las de los demás oprimidos de la sociedad estadounidense. Y si esa gran masa se incorpora plenamente a las filas de los que dicen representar al 99% de la ciudadanía que sufre los desmanes y abusos cotidianos del 1% más opulento, la correlación de las fuerzas en lucha contra el sistema político y social imperante se hará más claramente favorable a los verdaderos intereses del pueblo norteamericano.
Fuente
Manuel E. Yepe (especial para ARGENPRESS.info)
Con más de 50 millones de personas, según el último Censo Nacional, los latinos constituyen la minoría más importante de Estados Unidos. En un país de más de 300 millones de habitantes, uno de cada seis se identifica étnicamente como latino o hispánico (término demográfico de reciente invención estadounidense para identificar a quienes hablan español, son nacidos en Latinoamérica, tienen familiares en esa región, o cuyo legado cultural proviene de los antiguos territorios mexicanos).
Esta gran masa de latinos no es solo la minoría más importante de Estados Unidos, sino que, si constituyera un país, éste sería el más numeroso del mundo de habla hispana, por muy compleja y diversa que habría de ser su identidad.
Sin embargo, a su representación numérica no le corresponde aún un poder político, administrativo o financiero equivalente. Su número, en cambio, se aprecia en las cifras de crecimiento de la fuerza laboral y se refleja en las del enrolamiento en las fuerzas armadas estadounidenses porque, ya sean nacidos en el exterior, en el país con padres indocumentados, o de familias de antiguo legado cultural mexicano, la mayoría comparte la condición de ser pobres. Así, por razones de ciudadanía combinadas con la pobreza, el servicio militar voluntario se convierte para los jóvenes latinos en un camino, aparentemente corto, hacia el logro de metas básicas: la educación —particularmente universitaria— y la obtención de la ciudadanía o un documento para poder vivir legalmente en el país. Lograr un reconocimiento social largamente denegado suele ser también una motivación para incorporarse.
La inclusión de soldados latinos en “The Wall” -la gigantesca pared de mármol negro que recuerda en Washington a los soldados estadounidenses muertos en Vietnam a quienes se rinde homenaje en el Día de los Caídos o Memorial Day- ha permitido observar que casi cuatro mil de ellos están inscritos allí con apellidos en español.
Pero, más que la ilusión de ser héroes, lo que lleva a los jóvenes latinos a enrolarse en el servicio militar de Estados Unidos —donde el riesgo de muerte para los latinos es un 20% más alto que para los no-latinos, probablemente debido al tipo de tareas encomendadas en los frentes— es la certeza de que no hay alternativa para sus aspiraciones de vivir con dignidad en la tierra donde nacieron de padres indocumentados o donde habitan desde pequeños.
Con la aparición en España del movimiento protesta de los indignados que se ha extendido por todo el mundo y en Estados Unido ha repercutido con características inusitadas al llamado a “¡Ocupar Wall Street!”, han surgido interrogantes acerca de cual será la extensión de la participación de los latinos y los negros en las acciones de protesta de los estadounidenses.
El control de los medios de prensa por la oligarquía de Estados Unidos logró inicialmente mantener con un bajo perfil informativo al movimiento OWS hasta que el arresto de 700 personas en el Puente de Brooklyn de Nueva York, unido a la participación de personalidades destacadas, como el cineasta Michael Moore y la actriz Susan Sarandon, hicieron saltar del silencio a un fenómeno tan extraordinario que estaba ocurriendo en el corazón de Manhattan.
Sorprendió a algunos observadores, sin embargo, el hecho de que en el parque Zuccotti, centro de las manifestaciones luego que una sólida barrera policial impidió su acceso a Wall Street, la participación de latinos no era representativa del estado de ánimo en esa comunidad, hecho que sirvió para que los defensores del status-quo argumentaran que las motivaciones para el movimiento no tenían mucho que ver con los latinos.
Se señalaba como un hecho inexplicable que esa comunidad no participara protagónicamente en una protesta generada por la avaricia de los bancos y las desregulación del sistema financiero, cuando los latinos y los negros han sido los primeros perjudicados, particularmente con la perdida de empleos, viviendas y beneficios sociales.
Advertidos de este fenómeno, los líderes del movimiento OWS desarrollan acciones encaminadas a promover la participación más activa de los latinos y los negros identificando sus aspiraciones con las de los demás oprimidos de la sociedad estadounidense. Y si esa gran masa se incorpora plenamente a las filas de los que dicen representar al 99% de la ciudadanía que sufre los desmanes y abusos cotidianos del 1% más opulento, la correlación de las fuerzas en lucha contra el sistema político y social imperante se hará más claramente favorable a los verdaderos intereses del pueblo norteamericano.
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