México: En algún lugar… Certezas maquiavélicas
lunes 17 de octubre de 2011
Laura M. López Murillo (especial para ARGENPRESS.info)
En algún lugar de la contienda, cuando el curso del destino presagia la derrota y la humillación es inminente, se enardecen las ansias del poder, y en el fondo de la postración, se entretejen las amarguras de los vencidos...
En la víspera del inicio formal del proceso electoral en México, antes de las designaciones de los candidatos que contenderán por la presidencia de la República, en la turbia esfera de la partidocracia ya se proclamó a los vencedores. Y ante la eventualidad de la derrota surgen componendas y artificios para atenuar el resentimiento del vencedor por las afrentas infringidas en el fragor de las campañas.
Esta es la única justificación que encuentro para el desplegado “Por una democracia constitucional” que recientemente inundó todos los espacios mediáticos con la propuesta de un gobierno de coalición fundamentada en la confrontación partidista, como causa evidente de la parálisis legislativa y como el factor que perturba el funcionamiento armonioso del gobierno.
El desplegado está firmado por 46 personalidades de la clase política y de la comentocracia como los dignos postulantes de un sistema político que haga compatibles las diferencias propias de una democracia, un sueño guajiro que, si llegare a realizarse, eliminaría el disenso y el debate como cualidades esenciales de la democracia. Además, los intelectuales y políticos firmantes ignoran la tradición de infamias y traiciones en la política mexicana cuando afirman una falacia: en la democracia, la política nos hace diferentes pero no enemigos.
No!... Lo sorprendente del desplegado no es el motivo, ni la propuesta y mucho menos el título. Lo que ha conmocionado a la opinión pública es la lista de personalidades que lo firman, algunas con prestigio total y otras totalmente desprestigiadas, unos animados por un cambio estructural y otros por la animosidad de la derrota. Pero entre las líneas de este desplegado se leen los rasgos de una lucha feroz y grotesca por el poder en la partidocracia. Se perciben los ominosos motivos de una clase política mexicana como la concentración de advenedizos improvisados, sin formación cívica con una preparación carente de los elementos básicos en el nivel profesional, y son evidentes los argumentos de una intelectualidad sin independencia de criterio que se desplaza sigilosa en la espiral del silencio.
Quienes firman este desplegado deberían saber que la historia de los hombres es confirmación perpetua de los preceptos maquiavélicos: que causa su propia ruina quien favorece el poder de otro, que es preciso caer en la infamia de aquellos vicios sin los cuales difícilmente se podrá conservar el poder, que en el poder se extinguen las promesas y que no es prudente entretejer alianzas con las amarguras de los vencidos…
Laura M. López Murillo es Licenciada en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, especializada en Literatura en el Itesm.
Fuente
Laura M. López Murillo (especial para ARGENPRESS.info)
En algún lugar de la contienda, cuando el curso del destino presagia la derrota y la humillación es inminente, se enardecen las ansias del poder, y en el fondo de la postración, se entretejen las amarguras de los vencidos...
En la víspera del inicio formal del proceso electoral en México, antes de las designaciones de los candidatos que contenderán por la presidencia de la República, en la turbia esfera de la partidocracia ya se proclamó a los vencedores. Y ante la eventualidad de la derrota surgen componendas y artificios para atenuar el resentimiento del vencedor por las afrentas infringidas en el fragor de las campañas.
Esta es la única justificación que encuentro para el desplegado “Por una democracia constitucional” que recientemente inundó todos los espacios mediáticos con la propuesta de un gobierno de coalición fundamentada en la confrontación partidista, como causa evidente de la parálisis legislativa y como el factor que perturba el funcionamiento armonioso del gobierno.
El desplegado está firmado por 46 personalidades de la clase política y de la comentocracia como los dignos postulantes de un sistema político que haga compatibles las diferencias propias de una democracia, un sueño guajiro que, si llegare a realizarse, eliminaría el disenso y el debate como cualidades esenciales de la democracia. Además, los intelectuales y políticos firmantes ignoran la tradición de infamias y traiciones en la política mexicana cuando afirman una falacia: en la democracia, la política nos hace diferentes pero no enemigos.
No!... Lo sorprendente del desplegado no es el motivo, ni la propuesta y mucho menos el título. Lo que ha conmocionado a la opinión pública es la lista de personalidades que lo firman, algunas con prestigio total y otras totalmente desprestigiadas, unos animados por un cambio estructural y otros por la animosidad de la derrota. Pero entre las líneas de este desplegado se leen los rasgos de una lucha feroz y grotesca por el poder en la partidocracia. Se perciben los ominosos motivos de una clase política mexicana como la concentración de advenedizos improvisados, sin formación cívica con una preparación carente de los elementos básicos en el nivel profesional, y son evidentes los argumentos de una intelectualidad sin independencia de criterio que se desplaza sigilosa en la espiral del silencio.
Quienes firman este desplegado deberían saber que la historia de los hombres es confirmación perpetua de los preceptos maquiavélicos: que causa su propia ruina quien favorece el poder de otro, que es preciso caer en la infamia de aquellos vicios sin los cuales difícilmente se podrá conservar el poder, que en el poder se extinguen las promesas y que no es prudente entretejer alianzas con las amarguras de los vencidos…
Laura M. López Murillo es Licenciada en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, especializada en Literatura en el Itesm.
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