Los intentos por privatizar la red de fibra óptica en México.
Publicado el : 20 Octubre 2009 - 10:37 de la mañana | Por Marta Durán de Huerta
En la madrugada del domingo 11 de octubre el presidente de México Felipe Calderón de manera unilateral decretó la desaparición de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, la paraestatal encargada de surtir energía eléctrica al país.
Los argumentos oficiales fueron que la empresa estatal era ineficiente, que manejaba números rojos, que representaba una carga para el país y que no había otra solución. También se adujeron problemas técnicos. Sin embargo quien en verdad era el objetivo a destruir era el Sindicato Mexicano de Electricistas quien siempre se opuso las políticas neoliberales y privatizadoras de los gobiernos en turno.
Al SME, que tiene más de noventa años de vida, se le acusa de corrupto, ineficiente, parasitario y de haberse colmado de privilegios.
Una enorme campaña de prensa se ha encargado de satanizar a los electricistas y de azuzar a la opinión pública en contra de ellos. Las viejas afrentas a los usuarios están a flor de piel y les pasan la factura no solo a Luz y Fuerza sino a todos los trabajadores, aunque ellos no hayan establecido las tarifas ni sean responsables de muchas de las corruptelas que se dieron en la paraestatal.
La guerra por la fibra óptica, un dilema nacional
Lo que realmente está detrás de la desaparición de Luz y Fuerza y de su sindicato es una gigantesca red de fibra óptica; ésta es un tipo especial de cable que puede llevar y traer una enorme cantidad de datos en video, imagen y audio. La red de fibra óptica cuenta con treinta cables de los que solo se usan 6 para dar servicio de energía eléctrica. Los 24 restantes son los que se pueden usar para dar el servicio del llamado “triple play” que consiste en televisión por cable, internet, y telefonía. La red de fibra óptica, es propiedad de la nación y el Sindicato Mexicano de Electricistas pidió desde hace mucho que se le diera la concesión para dar el servicio, sin embargo, el presidente Felipe Calderón, según los representantes del sindicato de electricistas ya tenía en mente otorgarla a una compañía privada española y para colmo, malbaratarla.
Adiós a las conquistas de los obreros, adiós al sindicalismo, adiós a la regulación del trabajo
El sindicato de electricistas era un estorbo para los planes de licitación de fibra óptica, de modo que en la madrugada del domingo, 24 mil policías tomaron las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro en tanto el presidente decretaba su desaparición, aunque en realidad esa es una atribución del Congreso, no del ejecutivo. Además, se trataba de un sindicato combativo, con democracia interna. A los sindicatos dóciles al gobierno que son correas de transmisión, no se les molesta en los más mínimo.
Desmontar el Estado
El gobierno de Felipe Calderón, de la misma manera que su antecesor Vicente Fox, tiene como objetivo desmontar el Estado, privatizar todos los sectores estratégicos de la economía, acabar con los derechos que establece la Ley del Trabajo plasmada en la Constitución Mexicana tras la Revolución para así, abaratar aún más la mano de obra de este país.
El sindicalismo y el derecho a huelga se han convertido en demonios que se deben exorcizar. El Estado debe abandonar la lógica de brindar servicios, cubrir necesidades, velar por el bienestar de las personas y ser palanca del desarrollo. No. Ahora todo debe ser visto con criterios de empresas privadas y de ganancia.
Las funciones de las paraestatales no son esas. Una paraestatal debe darse el lujo de manejar números rojos pues debe ofrecer servicios, como la salud o la educación, sin afán de lucro.
La filosofía neoconservadora es que todo lo estatal es malo, es ineficiente, no es competitivo y hay que acabar con ello en nombre del libre mercado. La historia reciente nos ha mostrado que las paraestatales privatizadas dejaron de funcionar correctamente y además, el negocio, la ganancia se basa en el abuso.
Los policías como mensajeros
El mensaje del presidente Calderón es muy claro: en lugar de usar la ley, utilizará a la policía, en lugar de negociar, atacará por sorpresa. Mientras tenga una buena cobertura a su favor en radio y televisión, podrá violar impunemente todas las leyes del país. Los sindicalistas serán tratados como delincuentes, porque los negocios son mejores cuando no hay sindicatos. Y la mano de obra quedará inerme a los patrones; con eso, las ganancias aumentan.
Entrevista a la periodista Jesusa Cervantes
Fuente
En la madrugada del domingo 11 de octubre el presidente de México Felipe Calderón de manera unilateral decretó la desaparición de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, la paraestatal encargada de surtir energía eléctrica al país.
Los argumentos oficiales fueron que la empresa estatal era ineficiente, que manejaba números rojos, que representaba una carga para el país y que no había otra solución. También se adujeron problemas técnicos. Sin embargo quien en verdad era el objetivo a destruir era el Sindicato Mexicano de Electricistas quien siempre se opuso las políticas neoliberales y privatizadoras de los gobiernos en turno.
Al SME, que tiene más de noventa años de vida, se le acusa de corrupto, ineficiente, parasitario y de haberse colmado de privilegios.
Una enorme campaña de prensa se ha encargado de satanizar a los electricistas y de azuzar a la opinión pública en contra de ellos. Las viejas afrentas a los usuarios están a flor de piel y les pasan la factura no solo a Luz y Fuerza sino a todos los trabajadores, aunque ellos no hayan establecido las tarifas ni sean responsables de muchas de las corruptelas que se dieron en la paraestatal.
La guerra por la fibra óptica, un dilema nacional
Lo que realmente está detrás de la desaparición de Luz y Fuerza y de su sindicato es una gigantesca red de fibra óptica; ésta es un tipo especial de cable que puede llevar y traer una enorme cantidad de datos en video, imagen y audio. La red de fibra óptica cuenta con treinta cables de los que solo se usan 6 para dar servicio de energía eléctrica. Los 24 restantes son los que se pueden usar para dar el servicio del llamado “triple play” que consiste en televisión por cable, internet, y telefonía. La red de fibra óptica, es propiedad de la nación y el Sindicato Mexicano de Electricistas pidió desde hace mucho que se le diera la concesión para dar el servicio, sin embargo, el presidente Felipe Calderón, según los representantes del sindicato de electricistas ya tenía en mente otorgarla a una compañía privada española y para colmo, malbaratarla.
Adiós a las conquistas de los obreros, adiós al sindicalismo, adiós a la regulación del trabajo
El sindicato de electricistas era un estorbo para los planes de licitación de fibra óptica, de modo que en la madrugada del domingo, 24 mil policías tomaron las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro en tanto el presidente decretaba su desaparición, aunque en realidad esa es una atribución del Congreso, no del ejecutivo. Además, se trataba de un sindicato combativo, con democracia interna. A los sindicatos dóciles al gobierno que son correas de transmisión, no se les molesta en los más mínimo.
Desmontar el Estado
El gobierno de Felipe Calderón, de la misma manera que su antecesor Vicente Fox, tiene como objetivo desmontar el Estado, privatizar todos los sectores estratégicos de la economía, acabar con los derechos que establece la Ley del Trabajo plasmada en la Constitución Mexicana tras la Revolución para así, abaratar aún más la mano de obra de este país.
El sindicalismo y el derecho a huelga se han convertido en demonios que se deben exorcizar. El Estado debe abandonar la lógica de brindar servicios, cubrir necesidades, velar por el bienestar de las personas y ser palanca del desarrollo. No. Ahora todo debe ser visto con criterios de empresas privadas y de ganancia.
Las funciones de las paraestatales no son esas. Una paraestatal debe darse el lujo de manejar números rojos pues debe ofrecer servicios, como la salud o la educación, sin afán de lucro.
La filosofía neoconservadora es que todo lo estatal es malo, es ineficiente, no es competitivo y hay que acabar con ello en nombre del libre mercado. La historia reciente nos ha mostrado que las paraestatales privatizadas dejaron de funcionar correctamente y además, el negocio, la ganancia se basa en el abuso.
Los policías como mensajeros
El mensaje del presidente Calderón es muy claro: en lugar de usar la ley, utilizará a la policía, en lugar de negociar, atacará por sorpresa. Mientras tenga una buena cobertura a su favor en radio y televisión, podrá violar impunemente todas las leyes del país. Los sindicalistas serán tratados como delincuentes, porque los negocios son mejores cuando no hay sindicatos. Y la mano de obra quedará inerme a los patrones; con eso, las ganancias aumentan.
Entrevista a la periodista Jesusa Cervantes
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