Faceta desconocida del ilustre Desiderio Macías
Faceta desconocida del ilustre Desiderio Macías
A la altura de los mejores matemáticos estaba su padre,
para el científico Jorge Eduardo Macías Díaz
Por Juan José Oseguera Goytortúa*
“Llamarle el ‘poeta
de la luz’ es la versión más vulgar que se conoce de él. Para mí mi padre es
dios, por su capacidad de discurrir, su lógica y sus conocimientos en medicina,
química, biología, filosofía… Estaba a la altura de los mejores matemáticos del
mundo, que son los de la Universidad de Tulane, en Estados Unidos de
Norteamérica. Sabía música, cantaba y componía. Nunca habrá alguien más
importante”.
Con esa admiración,
respeto y orgullo se refiere a su ilustre padre, el conocido comojmédico-cirujano y poeta Desiderio Macías Silva, desaparecido en 1995, su hijo,
producto de su unión con la también finada Dolores “Lolita” Díaz, el joven
científico Jorge Eduardo Iacías Díaz, quien estudió la Licenciatura en
Matemáticas Aplicadas en la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), así
como los doctorados en Matemáticas y Física en las universidades de Tulane y
Estatal de Luisiana, en Nuevo Orleáns, en la Unión Americana, respectivamente.
“La mente de mi
padre trabajaba la mayor parte del tiempo, incluso cuando estaba en casa,
sentado a la mesa. Cuando platicaba difícilmente lo hacía sobre cosas mundanas.
Nunca jugó conmigo. Bromeaba cuando estaba de buenas”, le confíó al que esto
escribe, en entrevista exclusiva, el hoy en día maestro de ingenierías,
sistemas computarizados, tecnologías de información y matemáticas aplicadas de
la UAA, a pregunta formulada sobre cómo se desarrollaba la vida en el hogar
familiar.
UNA FAMILIA
DE ALTOS VUELOS
El doctor Jorge
Eduardo Macías Díaz, nacido en esta ciudad Capital el 19 de junio de 1970, está
casado con su colega científica Iliana Ernestina Medina Ramírez, quien estudió
la Licenciatura en Análisis Químico-Biológico en la UAA y el Doctorado en
Química en la Universidad de Tulane, con la que procreó tres hijos varones:
Jorge Sigfrido, de 18 años, en el primer año de Licenciatura en Matemáticas, en
la propia UAA, y Carlos Adolfo y Néstor Edgardo, gemelos de 15 años, en el
tercero de secundaria de la Escuela Termápolis.
“Sigfrido –a quien
se le define como muy serio e introvertido- tiene 9 años tocando el violín. Se
ha presentado en la Casa de la Cultura y en el Teatro Morelos. Los dos últimos
años ha participado en la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil de México delXnCONACULTA, lugar que se ha ganado concursando con niños, adolescentes y jóvenes
de todo el país. Carlos y Néstor llevan un año tocando el mismo instrumento que
su hermano mayor, en el que muestran progresos”, habla un orgulloso padre.
No obstante estar
consciente de sus logros personales y saber que todavía le falta camino por
recorrer, la veneración a su célebre progenitor lo mueve a declarar: “Le digo a
Sigfrido que él tiene que ser tan grande como su abuelo, en vista de que yo no
lo pude lograr”.
Por su parte, la
doctora Iliana Medina, quien entre sus gustos y aficiones está convivir con su
esposo e hijos; leer e investigar con profusión sobre su campo de especialidad
profesional (en lo que coincide con su marido), y practicar deportes como el
atletismo y el básquetbol, en el que fue seleccionada de la universidad,
recuerda a su suegro de la siguiente manera: “Era una persona muy amable,
humanitaria. Fue mi maestro de etimologías en la preparatoria”.
Respecto a cómo le
nació el gusto por aprender a tocar piano, el doctor Macías Díaz responde con
sinceridad: “Mi padre me indujo a hacerlo. Estudié de los 6 a los 14 ó 15 años
de edad. Nunca me dejó tocar en forma lírica. Lo hago por gusto, no me
considero profesional. Mi nivel no es de concertista”. Sobre afinidades con su
padre -compartía el gusto por la buena música- el matemático y físico dice con
sencillez: “A él le gustaba la música italiana y a mí me gusta la alemana, pero
no le llego ni a los talones en conocimientos”.
OTRO PUNTO DE VISTA
Para el instructor
teatral Jesús Velasco Velasco, director del Centro de Estudios Teatrales (CET),
dependiente del Instituto Cultural de Aguascalientes (ICA), cuñado y amigo del
médico-cirujano y poeta Desiderio Macías Silva (casó con Berta, hermana de
éste), quien, como es sabido, era originario del municipio de Asientos, en
donde nació el 31 de marzo de 1922, razón por la cual se lleraron a cabo en
días pasados las II Jornadas Desiderianas 2012, para conmemorar los 90 años de
su natalicio, tan importante aguascalentense fue, entre otras cosas: “Un gran
hombre. Un médico muy humano. A mucha gente no le cobraba las consultas. A otras
personas en lugar de cobrarles les daba. Llegaba a operar gratis. Dio clases de
enfermería”.
Velasco, quien
nació en Tabasco, Zacatecas, en 1936, estudió teatro en Aguascalientes con don
Antonio Leal y Romero y en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), en
1972, formando parte del grupo de 80 personas que fueron de toda la República a
la Ciudad de México para tomar el curso de Instructor Teatral, conoció a su
cuñado Desiderio en 1958, del que opina como poeta:
“Me parece que es
uno de los poetas finos de Aguascalientes, por su forma de escribir. Lo hizo
con profusión sobre la luz, el fuego, la luminosidad…, creando algunas palabras
relacionadas con ello. Escribió también para los niños sobre rondas, que se
cantaron y bailaron en un Ferial, palabra que se le tribuye a él haberla
creado”.
Ha sido muy
difundido que nuestro personaje formaba parte de un grupo de amigos, integrado
por gente del medio cultural y profesionistas de Aguascalientes, que se reunía
con frecuencia en animadas tertulias que tenían lugar en los cafés “El Fausto”,
primero, y “Excélsior”, después, para comentar los principales acontecimientos
del momento e intercambiar puntos de vista sobre una diversidad de temas del
interés de los concurrentes.
Que ése mismo
grupo, formado, entre otros, por Víctor Sandoval; Salvador Gallardo padre e
hijo y Mauricio hermano de éste último; Héctor Valdivia Carreón, Guillermo
García Varela, Ladislao “El Chato” Juárez Ponce (recientemente fallecido) y
Benjamín Marín Candelas, se daba cita en la casa de Desiderio Macías, en
veladas en las que se tocaba el piano, se cantaba (el anfitrión vocalizaba con
el maestro José G. Brano Vázquez, en la Escuela de Música Sacra), se leían
poemas; se tomaba el cafecito y la copa, y se cenaba.
En cambio, es poco
conocido que Macías Silva ejercitó el pensamiento crítico, que fue solidario
siempre con los movimientos sociales, que conoció a Fidel Castro y, al parecer,
también al Che Guevara (de ahí su poema dedicado al “hombre nuevo”), en la
época en la que estudió la carrera de Médico-Cirujano en la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), institución “a la que quiso mucho –según
palabras de su hijo, el doctor Jorge Eduardo Macías-, así como a la Universidad
Autónoma de Aguascalientes, en la que estaban fijados sus anhelos ónticos (referente
al ser, al que es o existe) más sublimes”.
*Periodista independiente.
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