México: Ni un asesinato más

jueves 3 de mayo de 2012  

Lucía Lagunes Huerta (CIMAC)

Detrás del asesinato de la periodista Regina Martínez Pérez está la omisión de un Estado en su deber de proteger la vida de su ciudadanía.

Una década de violencia sistemática contra periodistas en México ha colocado a nuestro país en el lugar más peligroso para ejercer esta profesión. Mañana se conmemora el Día Mundial de la Libertad de Expresión. México está de luto.

Ni una muerte más se ha enfatizado sin que las autoridades escuchen. Tan sólo en este sexenio 104 periodistas han sido violentados por el trabajo que desempeñan: informar a la sociedad. 27 han sido asesinados y dos desaparecidos, de acuerdo con cifras de Cencos y Artículo 19.

En esta numeralia, 13 periodistas mujeres han perdido la vida, 94 han sido violentadas, ninguno de los casos se ha esclarecido y tampoco se ha detenido a los agresores, según el informe sobre violencia contra mujeres periodistas que elabora CIMAC.

Mañana en todo el mundo se conmemorará por 19 años consecutivos la defensa de la libertad de expresión, este año bajo el lema “Nuevas Voces: la libertad de los medios de comunicación ayuda a transformar las sociedades”.

Pero cuando se mata a la mensajera o al mensajero ¿quién entregará el mensaje? ¿Cómo la sociedad estará informada de lo que acontece a su alrededor? ¿Cómo ayudaremos a transformar nuestro entorno si la amenaza nos persigue y la muerte nos acecha?

Regina Martínez no debió de ser asesinada, como ninguno de los periodistas que engrosan la lista de periodistas ultimados.

Se ha deslizado la posibilidad de que el crimen es resultado de un conflicto amoroso, siguiendo una tendencia misógina cuando se trata de periodistas mujeres: descalificar su labor profesional para enclaustrar la razón del homicidio en “violencia familiar”. No les creemos.

La dimensión de la indignación y del medio en el cual trabajaba Regina logró que por primera vez se creara una comisión interinstitucional, en la que el medio para el que laboraba vigile la investigación y esto ocurre porque no hay confianza en la autoridad.

El año pasado tanto ha relatoría de Libertad de expresión de la ONU como de la OEA, afirmaban que los obstáculos más preocupantes para las y los periodistas en México son los asesinatos, la impunidad, una legislación que sanciona penalmente la libertad de expresión, las limitaciones a la diversidad y el pluralismo en el debate democrático, y una tendencia a restringir el acceso a la información pública.

La impunidad promueve un clima de incertidumbre y desconfianza y constituye uno de los mayores obstáculos para el ejercicio de la libertad de expresión. Así nos encontramos hoy incrédulos del buen actuar de los gobiernos, porque aquí no hay uno que se salve.

El Estado mexicano ha acumulado 77 recomendaciones sobre libertad de expresión; ninguna ha sido cabalmente cumplida, en tanto que las muerpes de periodistas se suman.

El primer paso para la justicia de Regina Martínez es una investigación seria y expedita, protección para su familia y cero impunidad.

El gobernador de Veracruz, Javier Duarte, tiene pendiente el esclarecimiento de cinco periodistas asesinados en lo que va de su sexenio. Ni una muerte más, ni en Veracruz ni en ningún lugar del mundo, porque si se mata a la mensajera nos quedamos en silencio y a oscuras.
 
 

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