Astillero

  • Calderón en su Juarezloo
  • Represión a jóvenes
  • Reproches directos
  • Evo en Coyoacán


Julio Hernández López

Enfrentado a un adelanto del juicio popular e histórico que le corresponde tan sólo por las matanzas en México, Felipe Calderón respondió disparando a mansalva proyectos sabidamente fallidos de burocracia asistencial y demagogia voluntarista, cerrando el operativo fronterizo con una segunda declaración de guerras no pedidas y prefigurando temporadas de mayor mano dura en esta reivindicación vehemente y descompuesta del belicismo de control social que la DEA y la FBI impusieron a México desde octubre de 2006.

Felipe, tratando de salvarse discursivamente, acompañado de manos, gestos, sudor y dureza facial frente a un auditorio seleccionado, pero que ni así se libró de escuchar reproches y acusaciones, mientras más allá de la sede blindada se desbordaba el río social adverso, que sin tapujos ni eufemismos le declaraba ensangrentado y le endilgaba calificativos de responsabilidad funeraria. Felipe, que parecía sorprendido y molesto, al grado de no ordenar que le dieran micrófono a esa opinante fuera de programa, cuando una madre de hijos masacrados le dijo que no era bienvenido a Ciudad Juárez y que no se le podía dar la mano a él, un empequeñecido jefe de la banda oficial que en línea acompañaba a ese Calderón que parecía refugiado en la cercanía de la señora Margarita, que mantuvo el mismo ceño de su marido, en combustión interna que se desbordó cuando al fin el hombre protegido por más de 5 mil personas, según diarios locales, tomó la palabra para dar continuidad a su discurso guerrero, a la apología del militarismo, a la defensa de una presunta recuperación de la gobernabilidad perdida aun cuando fuera a costa de sangre, violaciones a los derechos humanos y olvido del hipotético estado de derecho.

Felipe atrapado por la realidad. Diazordacismo callejero que reprime a jóvenes mientras un echeverrismo de derecha desgrana, por sí mismo y por sus lerdos funcionarios falaces, una penosa serie de promesas, planes, sistemas de detección satelital de patrullas, teléfonos para ayuda policiaca oportuna; el cielo y las estrellas ensangrentadas frente a la audiencia convocada que hace como que le cree al michoacano entrampado, que hace como que algo dice. Calderón que llega a Ciudad Juárez a prometer diálogo, conciliación y “coordinación con la sociedad” y lo que provoca en las calles es el repudio al sabido cerco de seguridad que en esta ocasión llega al extremo de que se desenfunden armas de fuego ante ciudadanos, sobre todo jóvenes y madres de familia, que protestan en las afueras, en lo marginal, en lo que no se quiere que exista ni sea escuchado. Adentro, en el presunto paraíso aislado, Calderón no se escapa a la espalda que le da una madre de asesinado, ni a los gritos y exigencias de algunos de los asistentes, ni a los discursos duros, secos, pronunciados por representantes sociales que saben el riesgo mortal de decir lo que todos piensan, pero que mencionan la corrupción de policías y militares, el fracaso de los planes federales, el daño causado por la presencia de los contingentes de “salvación”, del horror cotidiano.
Pero Felipe sólo se escucha a sí mismo y, sin montarse materialmente la casaca militar, pronuncia un discurso para que todos pierdan cualquier esperanza: la “guerra” sigue, los militares se mantendrán en las calles, porque a pesar de todas las evidencias, las masacres y el terror, el ocupante de Los Pinos cree que es lo mejor. Y sanseacabó. Autoritarismo que forma parte del plan maestro de control social y abatimiento de las expectativas políticas y electorales. Provocación gubernamental a domicilio, con un declarante ensoberbecido que ni siquiera se decidió a ofrecer disculpas en forma, claras y tajantes, por la torpe carac- terización pandilleril que desde Tokio hizo de los jóvenes asesinados, quedándose en una especie de evasión verbal fundada en un cualquierismo facilón: cualquiera que hayan sido mis palabras, ofrezco disculpas. Gracias, Felipe, por esta redefinición pública del belicismo. ¡Ah, y el miércoles regresa el show de guarurismo multitudinario, blindajes ofensivos y palabrería desfondada! Ciudad Juárez, mártir todos los días.

Astillas

Evo Morales llegará a nuestro país este domingo 21. Marcelo Ebrard le entregará las llaves de la ciudad de México y a las tres de la tarde habrá una reunión masiva con organizaciones indígenas en el Jardín Hidalgo de Coyoacán, donde el presidente de Bolivia pronunciará un discurso luego que le hayan entregado un bastón de mando. Evo saldrá el 22 a Cancún para la reunión del Grupo de Río que terminará al siguiente día... ¿Censura al capítulo de South Park en que sale un presidente mexicano corrupto? Manuel Chi nos informa que en www.southparkstudios.com/episodes/ están todos los segmentos de esa serie y que ahí se puede ver la entrega prohibida en México seleccionando la temporada 13... Los discursos y declaraciones del director de Conagua deben atenderse con criterios germánicos pues, según ha advertido Pedro Miramontes, Luege es la transcripción fonética del alemán Lüge, que significa mentira. “Bajo las reformas de la ortografía alemana de la década pasada, Lüge se debe escribir Luege. Como sea El señor Luege es el señor Mentira”... Hasta hace muy poco, el consorcio internacional de El Chapo era sustancialmente intocado. Apenas algunos golpecitos de fantasía, en piezas ínfimas. Pero en las semanas recientes han caído personajes como El Muletas, El Fronteras y Rogaciano, todos vinculados al jefe máximo. ¿Reacomodos en la política comercial federal, ofrendas de mayor peso al comensal estadunidense o simplemente una limpia interna?.. Y, mientras Gómez Mont trata de inflar su espectáculo de renuncia con maña, ¡feliz fin de semana, en esta columna que saluda el arribo de la letra legal que instituye laicidad en el Estado mexicano especializado en violar discrecionalmente todo ordenamiento jurídico, y con los jefes católicos en enojo buscador de pretextos neocristeros!

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