Ciudad Perdida

Lecciones perredistas
Luege, ahogado en sus mentiras
Miguel Ángel Velázquez

La lección de la semana, tal vez de mucho tiempo, nos la propinó el PRD en el aquelarre del fin de semana, donde mostraron cómo, para lograr una mejor posición en un ambiente político indiscutiblemente desfavorable, harán alianzas con Acción Nacional para desaparecer, por fin, del mapa político ideológico, pero eso sí, con algunos votos que le permitan la subsistencia, lo que quiere decir asegurar el salario de sus funcionarios y lideres.

Absolutamente dislocados de sus principios, miedosos de regresar a los tiempos en los que el dinero era escaso y las ideas eran muchas, se decidieron a ir por el camino de las alianzas sin pensar –¿por qué lo iban a hacer?– en su militancia y en las banderas que supuestamente defienden.

Pocos fueron los que se manifestaron en contra de esos acuerdos espurios, pocos los que no los admiten, y aún confían en que la gente los pueda acompañar sin vender su voluntad en la lucha por cambiar el rumbo sangriento y empobrecedor que se tiene hoy, y como fueron pocos, y el PRD es democrático (ja), no se les escuchó.

Pero lo peor de todo es que a fin de cuentas buscan el cochupo azul, pero se olvidan de crear una alianza, natural, se podría decir, con la estructura que desde hace tres años viene construyendo con tenacidad, y paralela a ese partido, Andrés Manuel López Obrador, quien de hecho, y aunque nadie lo admita públicamente, está fuera del PRD.

Es más que claro que lo que se ha logrado en adeptos durante los tres años de trabajo por parte de López Obrador no estará a disposición del PRD; quizá vayan con el PT y Convergencia, pero nunca con los azules, y en ese panorama quien seguramente saldrá bailando será la alianza espuria que no crecerá más allá de lo que ya tienen los azules y lo que las corrientes disminuidas les puedan dar.
Así las cosas, el PRD se está quedando sin nada que ofrecer a quienes desde las bases lo sigan. Eso que aún se llama principios, pero que en el hecho ya nada importa, se habrá esfumado, y para quienes aún creen que algo se puede salvar, la tarea será cómo demostrar que ellos, los que están seguros de que aún se puede caminar por la izquierda, no son lo mismo que la cúpula perredista que sólo vela por la nómina.

Y en ese grupo, el de los que confían en la izquierda, está una nueva formación para el Distrito Federal que tratará, cuando menos, de velar porque las desviaciones no sean tan fuertes como para desdibujar al partido en el que aún militan. Izquierda Social y Unyr buscan dar la pelea. Que así sea.

Por eso la lección que el PRD nos ofrece ahora es la de morir, pero con las alforjas llenas.

De pasadita

José Luis Luege, uno de los instrumentos de la venganza de Felipe Calderón en contra de los habitantes de la capital del país, buscó, a cualquier costo, culpar a las autoridades del DF –mejor dicho, a Marcelo Ebrard– de las inundaciones que padeció y padece una parte importante de las colonias de las delegaciones Iztapalapa, Gustavo A. Madero, y Venustiano Carranza, pero se ahogó en sus propias mentiras, sobre todo cuando se supo que buena parte de la inundación, que por la cantidad de lluvia recibida podría ser inevitable, se debe a que las bombas que tendrían que desalojar el agua no sirvieron por falta de energía eléctrica, es decir, por los apagones que sufre la capital desde que el propio Calderón decidió desaparecer a Luz y Fuerza del Centro, que pese a todo era mucho mejor que lo que sufrimos ahora. Eso es pensar en la gente.

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