México SA - Insaciable, el hambre de recursos del gobierno
Carlos Fernández-Vega
Cinco incrementos al hilo en los precios de las gasolinas y el diesel no han saciado el hambre de recursos del gobierno federal. De hecho, ese quinteto de aumentos apenas representa el arranque de un largo año en el que los bolsillos de los consumidores se exprimirán al máximo, y lamentablemente no sólo en el caso de los citados combustibles.
El argumento oficial para justificar dicha política de constantes incrementos en los combustibles es que “no se puede subsidiar a la población de mayores ingresos”, amén que los precios internos deben “equilibrarse” con los externos para evitar “desfases”. Pues bien, de acuerdo con un detallado análisis de la Cámara de Diputados (Los precios y los subsidios a las gasolinas y el diesel en México, 2007-2010), el resultado de tal acción es aparentemente el deseado, aunque el impacto negativo para el grueso de la población se da, y fuerte, a través del efecto inflacionario que produce tal práctica.
El citado análisis refiere: “con base en la información proporcionada por la Secretaría de Hacienda, los hogares con los ingresos más bajos del país realizaron 0.80 por ciento del consumo total de gasolina y 0.40 por ciento del consumo total del diesel (decil I), mientras los hogares con los ingresos más altos realizaron 32.3 por ciento del consumo total de gasolina y 39.8 por ciento del consumo total de diesel”. Hasta allí, todo aparentemente bien, pero el problema comienza con lo siguiente: “como producto de esta estructura progresiva del consumo de la gasolina y el diesel realizado por los hogares del país, la distribución del subsidio tiene un carácter regresivo, puesto que beneficia a los hogares con los ingresos más altos (decil X). Así, los hogares con los ingresos más bajos del país concentraron 2.8 por ciento del subsidio total a las gasolinas y el diesel, mientras los hogares con los ingresos más altos concentraron 19.1 por ciento”.
En México, anota el análisis, existen bienes y servicios, incluyendo las gasolinas y el diesel, producidos y ofertados bajo esquemas no competitivos, de tal suerte que la determinación de sus precios no responde a criterios de mercado. “Las gasolinas y el diesel responden a un sistema de precios administrados, regulados en la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal. Una de las características más importantes de este sistema de precios es que, frente a shocks económicos internos o externos, sus ajustes son más lentos que los registrados en mercados competitivos. En contrapartida, en Estados Unidos la determinación de los precios de las gasolinas y el diesel responde a un sistema competitivo, que ante la presencia de shocks económicos internos o externos, éstos se ajustan automáticamente”.
La existencia de estos sistemas de determinación de los precios en México y Estados Unidos, diametralmente opuestos, explica la existencia del subsidio a las gasolinas y el diesel a favor de los consumidores del país, porque ante los altos precios internacionales del petróleo (shock externo) y la devaluación cambiaria, los precios de estos petrolíferos son superiores en Estados Unidos que en México. “El gobierno federal, para eliminar los subsidios a las gasolinas y el diesel, optó por la estrategia de instrumentar una política de deslizamientos (aumentos) semanales en los precios de estos petrolíferos, revertiendo la relación de precios en diciembre de 2008”.
A principios de 2009, los precios internacionales de los hidrocarburos repuntaron, e internamente, hubo una importante depreciación del tipo de cambio. Frente a este escenario interno y externo adverso, el precio de las gasolinas y el diesel en Estados Unidos se deslizó más rápidamente que en México, conformándose nuevamente un subsidio a favor de los consumidores mexicanos, situación que prevalece hasta la actualidad. “Para suprimir el subsidio se reinició la política de deslizamientos mensuales en los precios internos, sin embargo, no se ha podido eliminar, porque los precios en Estados Unidos se deslizan más rápidamente en comparación con los internos, como producto del encarecimiento de los hidrocarburos y por la depreciación cambiaria. Los deslizamientos-congelamiento-deslizamientos de los precios de las gasolinas y el diesel en México han generado que durante el periodo 2007-2010 los mexicanos enfrenten un ciclo de subsidio-carga tributaria-subsidio por el consumo de estos petrolíferos”
El consumidor estadunidense, al estar sometido a un modelo flexible cuando compra los citados combustibles, se ha beneficiado de periodos de abaratamiento de las gasolinas y el diesel medidos en dólares por litro; por el contrario, en México, dado el sistema rígido de precios, los consumidores han sufrido incrementos o congelamiento en moneda nacional (nunca reducciones), aún cuando los precios internacionales de los hidrocarburos de las gasolinas y el diesel estén a la baja. Así, en el periodo enero de 2007-julio de 2008, en México los precios de las gasolinas y el diesel estaban subsidiados. A partir de agosto y hasta diciembre de 2008 el gobierno federal eliminó el subsidio, aplicando 18 aumentos en igual número de semanas “hasta igualarlo con los que pagaban los consumidores en Estados Unidos”.
En agosto de 2008, cuando comenzó la política de incrementos graduales de los precios de las gasolinas y el diesel, el subsidio a la Premium era de 1.84 pesos por litro, porque en Estados Unidos se vendía el equivalente a 10.97 pesos y en México a 9.13. En esa misma fecha, la Magna tenía un subsidio de casi 3 pesos (10.31 pesos en el vecino del norte, 7.33 pesos aquí). “La política de desplazamientos graduales de los precios de las gasolinas pronto dio los resultados esperados. En diciembre de 2008 el subsidio se revirtió, en México los precios de las gasolinas eran superiores a los existentes en Estados Unidos: la Premium se vendía en México a 9.57 pesos y en Estados Unidos a 7.11; el diferencial de precios en contra de los consumidores nacionales era de 2.46 pesos, y de 1.58 pesos en el caso de la Magna”,
Sin embargo, los precios de la Premium y la Magna en México se congelaron en 9.57 y 7.72 pesos por litro, respectivamente, en casi todo 2009. Esta estrategia, acompañada con movimientos devaluatorios drásticos del tipo de cambio, generó un nuevo rezago en los precios de estos petrolíferos en México respecto a existentes en Estados Unidos. En diciembre de ese año se mantuvo el subsidio (47 centavos) de la Premium y (1.08 pesos) de la Magna, pero a finales de ese mismo mes comenzó el tiroteo “para eliminar los actuales subsidios de estos petrolíferos”.
Las rebanadas del pastel
Cinco aumentos al hilo sólo representan el arranque. Van por más, así que preparaos.
cfvmx@yahoo.com.mx • cfv@prodigy.net.mx
Fuente
Cinco incrementos al hilo en los precios de las gasolinas y el diesel no han saciado el hambre de recursos del gobierno federal. De hecho, ese quinteto de aumentos apenas representa el arranque de un largo año en el que los bolsillos de los consumidores se exprimirán al máximo, y lamentablemente no sólo en el caso de los citados combustibles.
El argumento oficial para justificar dicha política de constantes incrementos en los combustibles es que “no se puede subsidiar a la población de mayores ingresos”, amén que los precios internos deben “equilibrarse” con los externos para evitar “desfases”. Pues bien, de acuerdo con un detallado análisis de la Cámara de Diputados (Los precios y los subsidios a las gasolinas y el diesel en México, 2007-2010), el resultado de tal acción es aparentemente el deseado, aunque el impacto negativo para el grueso de la población se da, y fuerte, a través del efecto inflacionario que produce tal práctica.
El citado análisis refiere: “con base en la información proporcionada por la Secretaría de Hacienda, los hogares con los ingresos más bajos del país realizaron 0.80 por ciento del consumo total de gasolina y 0.40 por ciento del consumo total del diesel (decil I), mientras los hogares con los ingresos más altos realizaron 32.3 por ciento del consumo total de gasolina y 39.8 por ciento del consumo total de diesel”. Hasta allí, todo aparentemente bien, pero el problema comienza con lo siguiente: “como producto de esta estructura progresiva del consumo de la gasolina y el diesel realizado por los hogares del país, la distribución del subsidio tiene un carácter regresivo, puesto que beneficia a los hogares con los ingresos más altos (decil X). Así, los hogares con los ingresos más bajos del país concentraron 2.8 por ciento del subsidio total a las gasolinas y el diesel, mientras los hogares con los ingresos más altos concentraron 19.1 por ciento”.
En México, anota el análisis, existen bienes y servicios, incluyendo las gasolinas y el diesel, producidos y ofertados bajo esquemas no competitivos, de tal suerte que la determinación de sus precios no responde a criterios de mercado. “Las gasolinas y el diesel responden a un sistema de precios administrados, regulados en la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal. Una de las características más importantes de este sistema de precios es que, frente a shocks económicos internos o externos, sus ajustes son más lentos que los registrados en mercados competitivos. En contrapartida, en Estados Unidos la determinación de los precios de las gasolinas y el diesel responde a un sistema competitivo, que ante la presencia de shocks económicos internos o externos, éstos se ajustan automáticamente”.
La existencia de estos sistemas de determinación de los precios en México y Estados Unidos, diametralmente opuestos, explica la existencia del subsidio a las gasolinas y el diesel a favor de los consumidores del país, porque ante los altos precios internacionales del petróleo (shock externo) y la devaluación cambiaria, los precios de estos petrolíferos son superiores en Estados Unidos que en México. “El gobierno federal, para eliminar los subsidios a las gasolinas y el diesel, optó por la estrategia de instrumentar una política de deslizamientos (aumentos) semanales en los precios de estos petrolíferos, revertiendo la relación de precios en diciembre de 2008”.
A principios de 2009, los precios internacionales de los hidrocarburos repuntaron, e internamente, hubo una importante depreciación del tipo de cambio. Frente a este escenario interno y externo adverso, el precio de las gasolinas y el diesel en Estados Unidos se deslizó más rápidamente que en México, conformándose nuevamente un subsidio a favor de los consumidores mexicanos, situación que prevalece hasta la actualidad. “Para suprimir el subsidio se reinició la política de deslizamientos mensuales en los precios internos, sin embargo, no se ha podido eliminar, porque los precios en Estados Unidos se deslizan más rápidamente en comparación con los internos, como producto del encarecimiento de los hidrocarburos y por la depreciación cambiaria. Los deslizamientos-congelamiento-deslizamientos de los precios de las gasolinas y el diesel en México han generado que durante el periodo 2007-2010 los mexicanos enfrenten un ciclo de subsidio-carga tributaria-subsidio por el consumo de estos petrolíferos”
El consumidor estadunidense, al estar sometido a un modelo flexible cuando compra los citados combustibles, se ha beneficiado de periodos de abaratamiento de las gasolinas y el diesel medidos en dólares por litro; por el contrario, en México, dado el sistema rígido de precios, los consumidores han sufrido incrementos o congelamiento en moneda nacional (nunca reducciones), aún cuando los precios internacionales de los hidrocarburos de las gasolinas y el diesel estén a la baja. Así, en el periodo enero de 2007-julio de 2008, en México los precios de las gasolinas y el diesel estaban subsidiados. A partir de agosto y hasta diciembre de 2008 el gobierno federal eliminó el subsidio, aplicando 18 aumentos en igual número de semanas “hasta igualarlo con los que pagaban los consumidores en Estados Unidos”.
En agosto de 2008, cuando comenzó la política de incrementos graduales de los precios de las gasolinas y el diesel, el subsidio a la Premium era de 1.84 pesos por litro, porque en Estados Unidos se vendía el equivalente a 10.97 pesos y en México a 9.13. En esa misma fecha, la Magna tenía un subsidio de casi 3 pesos (10.31 pesos en el vecino del norte, 7.33 pesos aquí). “La política de desplazamientos graduales de los precios de las gasolinas pronto dio los resultados esperados. En diciembre de 2008 el subsidio se revirtió, en México los precios de las gasolinas eran superiores a los existentes en Estados Unidos: la Premium se vendía en México a 9.57 pesos y en Estados Unidos a 7.11; el diferencial de precios en contra de los consumidores nacionales era de 2.46 pesos, y de 1.58 pesos en el caso de la Magna”,
Sin embargo, los precios de la Premium y la Magna en México se congelaron en 9.57 y 7.72 pesos por litro, respectivamente, en casi todo 2009. Esta estrategia, acompañada con movimientos devaluatorios drásticos del tipo de cambio, generó un nuevo rezago en los precios de estos petrolíferos en México respecto a existentes en Estados Unidos. En diciembre de ese año se mantuvo el subsidio (47 centavos) de la Premium y (1.08 pesos) de la Magna, pero a finales de ese mismo mes comenzó el tiroteo “para eliminar los actuales subsidios de estos petrolíferos”.
Las rebanadas del pastel
Cinco aumentos al hilo sólo representan el arranque. Van por más, así que preparaos.
cfvmx@yahoo.com.mx • cfv@prodigy.net.mx
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